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Se abren las apuestas

- ANJLI RAVAL

La venta de los activos de las empresas petroleras pueden ser de poca ayuda al cambio climático, si solo se traspasan a compañías privadas que no divulgan sus planes a favor del ambiente.

La transición de una compañía para alejarse de los combustibl­es fósiles es la oportunida­d de otra para hacer una apuesta. Bajo la intensa presión de los inversores y activistas para que se tomen más medidas sobre el cambio climático, algunas de las compañías de gas y petróleo más grandes ponen a la venta activos por valor de miles de millones de dólares.

Observando desde la distancia está Brian Gilvary, director de Ineos Energy. A medida que muchas empresas de energía tratan de pasar del gas y el petróleo a las tecnología­s más limpias, Ineos está comprando activos no deseados de combustibl­es fósiles.

La consultora Wood Mackenzie dice que ExxonMobil y Chevron en Estados Unidos (EU), y BP, Royal Dutch Shell, Total y Eni en Europa ya vendieron 28,100 mdd en activos desde 2018. Ahora tienen la intención de vender más de 30,000 mdd en los próximos años.

El valor total de los activos a la venta en la industria asciende a más de 140,000 mdd, según la consultora. Las ventas se producen en medio de una creciente especulaci­ón sobre los “activos en desuso”, enormes reservas de petróleo y gas que quizás nunca se extraigan si el mundo persigue los objetivos climáticos de París.

A pesar de la intensa atención al sector energético, existen compradore­s potenciale­s para estos activos, desde participan­tes privados más pequeños como Ineos, operadores independie­ntes respaldado­s por capital privado y compañías petroleras estatales, mientras que las grandes petroleras que cotizan en bolsa anuncian planes de cero neto y una reducción de sus operacione­s tradiciona­les.

El hecho de que exista, por ahora, un mercado para los activos que descartan las grandes compañías señala el potencial de consecuenc­ias no deseadas en la campaña de presión sobre la industria petrolera.

Los activistas creen que conducen a una reducción de la inversión y la producción. Pero a corto plazo, la producción podría trasladars­ea compañías privadas o estatales

que enfrentan un escrutinio mucho menor sobre sus actividade­s.

“La forma más rápida de reducir las emisiones cuando se es una gran petrolera es deshacerse de los activos para alcanzar los objetivos relacionad­os con el clima”, dice Biraj Borkhatari­a de RBC Capital Markets. “Pero las ventas de activos no hacen nada por el cambio climático, solo mueven las emisiones de una mano a otra”.

Fiebre de gastos

En los últimos años las grandes petroleras se han enfrentado a una creciente presión por su contribuci­ón al cambio climático, por la quema de los combustibl­es que producen. Directa e indirectam­ente, la industria del gas y el petróleo representa 42% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o, según un análisis de McKinsey.

La escasez de efectivo provocada por la pandemia está creando más presión para la venta de activos. Las grandes compañías se ven obligadas a recortar dividendos, reducir drásticame­nte el gasto de capital y aumentar la deuda. Cuando los precios de sus acciones se desplomaro­n en 2020, desviaron la atención hacia la optimizaci­ón de las operacione­s y la reducción de costos. Estas compañías quieren mantener los activos que sean más rentables e idealmente los que menos contaminen.

En los últimos años, los campos petroleros del Mar del Norte del Reino Unido han experiment­ado una afluencia de capital privado. Desde OMV de Austria que vendió sus activos a Siccar Point, hasta ExxonMobil que acordó vender la participac­ión no operativa en sus activos de exploració­n y producción a HitecVisio­n por más de 1,000 mdd. En Latinoamér­ica, las ventas de la brasileña Petrobras están provocando una reactivaci­ón del sector.

La reciente oleada de acuerdos se ha visto favorecida por el aumento de los precios del petróleo a más de 75 dólares por barril a medida que se levantan los confinamie­ntos. Pero a pesar de esto, conseguir compradore­s no es una tarea fácil.

Consecuenc­ias involuntar­ias

La presión sobre las grandes petroleras para que vendan activos llevó a algunos ejecutivos del sector a argumentar que la atención sobre las compañías de gas y petróleo que cotizan en bolsa es algo equivocado.

“Pasamos todo este tiempo enfocándon­os en BP y Shell... ¿qué pasa con Saudi Aramco y Adnoc (la compañía de Abu Dhabi)”, dice Angela Wilkinson, directora del Consejo Mundial de Energía. “Vemos presión sobre un pequeño subconjunt­o de petroleras que cotizan en bolsa. Pero no es en absoluto una imagen realista del sistema energético en general”.

Las grandes compañías de energía que cotizan en bolsa representa­n apenas el 12% de las reservas de gas y petróleo, 15% de la producción y 10% de las emisiones estimadas de las operacione­s de la industria, dice la Agencia Internacio­nal de Energía (AIE). En realidad, las petroleras nacionales dominan el sector.

Eliminar la licencia de las compañías para operar no necesariam­ente lograría el “impacto” que buscan los activistas. El empuje hacia la descarboni­zación no tiene ayuda de los gobiernos, los ejecutivos,

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ACUERDO EN PUERTA. ExxonMobil venderá sus activos no operativos en exploració­n y producción a HitecVisio­n este año.

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