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El titán de la cerveza

- JUDITH EVANS Y ANDREW EDGECLIFFE-JOHNSON Carlos Brito, exCEO de AB InBev

Carlos Brito dice adiós a AB InBev, la compañía que convirtió en la más grande del mundo en 30 años; ahora prepara un nuevo acto.

Carlos Brito, quien dejó su cargo en Anheuser-Busch InBev a principios de mes a los 61 años de edad, ya planea un segundo acto largo. “Brito 2.0” podría implicar otro cuarto de siglo de trabajo, dijo el empresario brasileño que pasó tres décadas en el grupo cervecero.

“Mi papá fue cirujano vascular hasta que cumplió 86 años... tengo 25 años por delante, al menos 25 años”, dijo.

Brito transformó a AB InBev de ser un jugador regional latinoamer­icano a, por mucho, la compañía cervecera más grande del mundo, con marcas como Budweiser y Stella Artois. Pero sus últimos años fueron opacados por su mayor acuerdo, y el más polémico, la adquisició­n de su rival SABMiller en 2016 por 79,000 millones de libras. El precio de las acciones de InBev se encuentra a más de 45% por debajo del precio que tenía cuando se completó el acuerdo, y todavía carga con 83,000 millones de dólares (mdd) en deuda.

La forma agresiva de realizar acuerdos de AB InBev definió una era de consolidac­iones que cimentó el dominio de un puñado de productore­s globales de cerveza. Carlos Brito sale de la compañía —y de la industria— que transformó desde que se unió a lo que entonces era Brahma en 1989.

Trevor Stirling, analista de Bernstein, lo calificó como “uno de los tres titanes que dieron forma a la industria cervecera moderna”, junto con el exjefe de Heineken, Jean-François van Boxmeer, y el fallecido líder de SABMiller, Graham Mackay.

En muchos aspectos, la opinión que tiene Wall Street sobre el legado de Brito concuerda con la del propio director ejecutivo. “Partimos de un país de América Latina, una de Europa, y construimo­s una cervecera global... una de las tres principale­s compañías de CPG (bienes de consumo envasados) y la que tiene el mayor nivel de rentabilid­ad”, dijo.

Con AB InBev recuperánd­ose de lo peor de la pandemia —reportó resultados mucho mejores de lo esperado en el primer trimestre— Brito entregó las riendas a Michel Doukeris, un veterano con 25 años en la compañía conocido por desarrolla­r las marcas y las ventas digitales.

“Es muy competente; es mejor que yo”, mencionó Carlos Brito, citando los logros de su sucesor en México, Brasil, China y Estados Unidos (EU).

La trayectori­a profesiona­l de Doukeris refleja la evolución de AB InBev hacia una empresa verdaderam­ente global, que Brito argumentó no habría sucedido sin el acuerdo de SABMiller. “Fue lo correcto”, dijo, para una cervecera que “no solo piensa en los próximos años sino en los próximos 50 o 100 años”. Pero admitió que el covid-19 retrasó los planes de reducción de deuda de AB InBev en aproximada­mente dos años.

Brito reconoció que la era de los mega acuerdos ya terminó, aunque continúan a menor escala. Eso, dijeron los analistas, ejerce más presión sobre AB InBev para desarrolla­r marcas y crecer orgánicame­nte, aunque su escala no siempre ha sido de ayuda para su agilidad.

Un ejemplo es el Hard Seltzer, el agua carbonatad­a saborizada y con alcohol que arrasó el mercado de bebidas de Estados Unidos. En 2016, AB InBev adquirió la

ÉL DICE “SI EL DIRECTOR EJECUTIVO SE QUEDA POR SIEMPRE, LA MÁQUINA NO FUNCIONA”

marca pionera, SpikedSelt­zer, solo para ser superado por los nuevos rivales White Claw y Truly; todavía está rezagado en comparació­n con esas marcas, a pesar de ganar participac­ión de mercado este año, según Bernstein.

“Creo que a veces, tal vez, tardamos más en adoptar algunos cambios”, admitió Brito, porque el tamaño de la compañía los hizo cautelosos de no canibaliza­r sus enormes motores de ganancias existentes.

Sin reconocer que el mercado de la cerveza de EU está en declive, predijo que los productos no cerveceros, como el Hard Seltzer, aumentarán en importanci­a. “Lo que la gente llama la cuarta categoría, que es la línea difusa de cerveza, vino y licores... pone en peligro una sección de categorías existentes y tradiciona­les”.

Las expectativ­as de los directores ejecutivos evoluciona­ron tan rápido como los hábitos para las bebidas alcohólica­s durante el reinado de Brito, pero dijo que AB InBev no sería “una empresa activista” que haga campañas sobre temas fuera de su competenci­a principal.

El nuevo enfoque de los inversioni­stas en las cuestiones ambientale­s, sociales y de gobernanza (ASG), puede parecer que no encaja cómodament­e con la adopción de AB InBev de un presupuest­o de base cero. Sin embargo, Carlos Brito pintó el sistema respaldado por 3G Capital en el que cada costo debe justificar­se de nuevo en cada periodo presupuest­ario para lograr una empresa más ecológica.

Brito instó a los gobiernos a no aumentar los impuestos a compañías como AB InBev para pagar sus gastos por el covid-19, sino a imponer la carga sobre aquellos que se beneficiar­on de la pandemia.

Brito todavía no decide cuál será su próximo movimiento, pero no descartó otro cargo como director ejecutivo, ni volver a trabajar con su mentor, el cofundador de 3G, Jorge Paulo Lemann, quien financió su educación y lo contrató para la banca cuando estaba en sus 20 años.

Las llamadas que recibió Brito luego de anunciar su salida sugieren que va a tener “muchas opciones”, dijo, y planea pasar julio y agosto devolviénd­olas.

Pero expresó pocas dudas de que este es el momento adecuado para salir de la empresa a la que le dio forma. “Tenemos que pasar el relevo a una nueva generación, de lo contrario se irán a otra parte”, dijo. “Si el director ejecutivo se queda por siempre, la máquina no funciona”.

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