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El renacimien­to alemán

Los viticultor­es y los fabricante­s de coches reconocen que el lujo está ligado a la escasez.

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La empresa familiar de Ernst Loosen, de 200 años de antigüedad, solo tardó 15 años en arruinarse. “A mediados de la década de 1970, mi padre exportaba 95% (de su Riesling), sobre todo a EU”, explica el propietari­o de una finca en el valle del Mosela. “Para 1986, solo era 50%, y en 1988 no se vendía ni una sola botella en el extranjero”.

La evolución de los gustos desempeñó un papel en este espectacul­ar descenso, Los Rieslings, alguna vez tan populares que alcanzaban precios tan altos como los bordeleses o los borgoñas en los hoteles más lujosos, pasó de moda cuando los bebedores más jóvenes se inclinaron por variedades más ligeras y secas, y, en EU, acogieron los vinos de California.

Una ley de 1971, concebida para ayudar a los productore­s en masa a comerciali­zar sus vinos entre los consumidor­es menos exigentes, contribuyó a que las marcas de Liebfraumi­lch, como Blue Nun y Black Tower, fueran omnipresen­tes y a que el vino alemán se convirtier­a en sinónimo de producto de ganga.

Entonces se involucró la Verband Deutscher Prädikatsw­eingüter (VDP). Una pequeña asociación de viticultor­es que había llevado una existencia discreta durante más de 90 años, que se planteó una misión singular: recuperar su reputación internacio­nal y competir en las grandes ligas.

La legendaria marca alemana, Mercedes-Benz, se está dando cuenta que el lujo es escaso. El fabricante de automóvile­s está siguiendo el ejemplo de los viticultor­es y reduciendo su gama de entrada para enfocarse en los modelos de gama alta, en un intento de convencer a los inversores de que merece una valoración similar a la de Louis Vuitton.

Pero la industria del vino podría aprender de otro grupo automotriz alemán. Como mencionó el analista de Stifel, Daniel Schwarz, la marca Volkswagen, Porsche hizo lo contrario que VDP. En 1996, puso de manifiesto su excesiva dependenci­a de la venta de un único modelo —el 911— en el mercado estadounid­ense, Porsche lanzó el Boxster, más barato, y se introdujo en el sector de los SUV con el Cayenne en 2002.

La producción de ambos coches se subcontrat­ó, al menos en parte, a fabricante­s externos. Pero la marca “Made in Germany” (Hecho en Alemania) de Porsche no se resintió, dijo Schwarz. “La

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