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UNA CUESTIÓN DE FONDO

- GUILLERMIN­A AYALA

Cozumel espera el arribo de 962 cruceros este año, pero su llegada podría afectar los arrecifes de coral.

Bajo la superficie del mar de Cozumel, en Quintana Roo, los corales se levantan como montañas rugosas que alcanzan hasta seis metros de altura. “Es un paisaje hermoso cuando buceas por la zona, pero la llegada de cruceros a la isla daña los arrecifes”, dice Anastazia Banaszak, investigad­ora en la Unidad Académica de Sistemas Arrecifale­s en la UNAM.

Cozumel es uno de los destinos a nivel mundial más visitados por crucerista­s y la economía del municipio depende casi 90% de los ingresos que tiene la actividad turística ligada al desembarco de navíos, señalan cifras de la Sectur.

Según datos de la dependenci­a, entre enero y mayo llegaron al país 2.4 millones de viajeros en cruceros, de los cuales 1.1 millones de turistas tuvieron un descenso en alguno de los tres muelles de Cozumel. En junio se registraro­n 73 arribos de embarcacio­nes al puerto caribeño y esperan la llegada de 962 embarcacio­nes en lo que resta del año.

Al ser uno de los principale­s destinos en México, el gobierno había anunciado la construcci­ón de un cuarto muelle en Cozumel. Pero la obra, otorgada a la empresa Muelles del Caribe, se encuentra suspendida debido a que presuntame­nte afectaría los arrecifes de coral de la isla.

“Los corales no se perciben completame­nte como en otros sitios, pero están en ese perímetro, cumpliendo sus funciones ecosistémi­cas, permitiénd­onos respirar mejor, siendo barrera de desastres naturales y refugio de especies. Es un gran logro la suspensión”, dice Banaszak y añade que la pandemia hizo que la gente tomara más conciencia del ecosistema, al exigir que la industria turística en general sea más sustentabl­e.

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