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Una visión anti-Hollywood

Eddie Redmayne y Jessica Chastain hablan sobre su más reciente película juntos, The Good Nurse, y de cómo eligen sus personajes.

- HENRY MANCE Los dos ganadores del Óscar sobresalen en el thriller criminal de Netflix

Aveces, Eddie Redmayne parece estar tachando una lista de los papeles que van contra toda la lógica posible: el físico Stephen Hawking, la pintora transgéner­o Lili Elbe, el presentado­r del musical Cabaret. Cualquier cosa, menos el encantador inglés elegante que es en realidad.

Redmayne insiste en que la verdad es más sencilla: elige guiones que le hacen sentir mal. “No hay ningún método para eso. Algo pasa en tu estómago y te das cuenta de que de repente te preocupas por cómo hacerlo. La sensación de náusea, en la que tienes que interpreta­r a un personaje”.

Su papel más reciente —como el enfermero estadounid­ense convertido en asesino serial Charles Cullen— inspira otro tipo de náuseas. Cullen fue condenado por matar a 29 pacientes al inyectar bolsas de medicament­os intravenos­os. Su desprecio por la vida fue tan grande que el número real de víctimas puede estar cerca de 400, lo que lo convierte en uno de los peores asesinos en serie del mundo.

Pero la película, The Good Nurse (El ángel de la muerte), sobrepasa la psicología de un hombre, centrándos­e en la valentía de una enfermera, Amy Loughren, que se hizo amiga de Cullen y luego se dio cuenta de sus crímenes y lo hizo caer en una trampa. Jessica Chastain interpreta a Loughren. Como se puede esperar de dos ganadores de los premios Óscar a la mejor interpreta­ción, ella y Redmayne están soberbios.

Su película denuncia el sistema que permitió a Charles Cullen matar durante años. Varios hospitales de Pensilvani­a y Nueva Jersey tenían sospechas, pero dejaron que siguiera adelante, en lugar de asumir la responsabi­lidad de detenerlo.

“Vivo en la Costa Este y no sabía nada de Charlie Cullen”, dice Chastain, sentada junto a Redmayne en un hotel de Londres. “Si es el asesino en serie más prolífico de Estados Unidos (EU), ¿por qué no sé nada de él? Probableme­nte porque no quieren que sepa nada de él, porque es un sistema médico con fines de lucro, y había mucha gente involucrad­a en mantener todo en silencio”.

Hay muchos dramas sobre crímenes reales, y demasiados de ellos, menciona Jessica Chastain, son “fetichista­s y sensaciona­listas‥. estoy harta de eso”.

El director de The Good Nurse, Tobias Lindholm, tiene experienci­a en estos temas: su serie de televisión The Investigat­ion, sobre Kim Wall, la periodista sueca asesinada en un submarino, nunca menciona el nombre de su asesino. “Todo gira en torno a ella.‥ no pone al asesinato para entretener. Quiere poner algo que sea curativo, más que excitante”.

Lindholm es “el anti-Hollywood”, dice Redmayne. No quería que el personaje de Chastain saliera con “frases sarcástica­s” o que se sintiera “cómoda en su heroísmo” (Amy Loughren de la vida real insiste en que hizo lo que cualquier persona normal habría hecho).

The Good Nurse de forma inevitable simplifica el libro del periodista Charles Graeber en el que se basa, omitiendo la historia de abusos e intentos de suicidio de Charlie Cullen. Sin embargo, en última instancia, sus motivos no están claros; ahondar en su historial no los revelaría.

Charlie Cullen no despertó sospechas en un principio porque era amigable y confiable. Pero incluso en las primeras escenas de la película, Redmayne contorsion­a sus hombros para insinuar un daño emocional subyacente. Lo asesoró la bailarina Alexandra Reynolds, que anteriorme­nte trabajó con él para su papel de Stephen Hawking en La teoría del todo. “Lo raro del cine es que te preparas en una especie de vacío, haces toda la investigac­ión por tu cuenta, y en La teoría del todo me di cuenta de que en realidad necesitaba una caja de resonancia”.

Al estudiar los videos de Charlie Cullen, Reynolds “tuvo la brillante idea de que era como si lo sujetaran por el cuello”. Cullen también “se sentía extraordin­ariamente poderoso en el anonimato”. Llenaba la cafetera y disfrutaba de “la sensación de poder anónimo y silencioso al ver a la gente beber el café que había preparado”.

Redmayne establece un paralelism­o con el modo en que los usuarios de internet se ocultan detrás del anonimato y “se convierten en la versión más vulgar” de sí mismos.

Él y Chastain pasaron un mes ensayando la película, un periodo inusualmen­te largo. “Hoy en día se suele hacer una película antes de que el guión esté listo, mientras que (la guionista Krysty Wilson-Cairns), Tobias, Jess y yo sentimos, al empezar esta película, que estábamos contando la misma historia. Eso no debería ser único, pero lo fue”, dice.

Los dos actores pasaron menos tiempo juntos en el set una vez que sus personajes empezaron a sentir desconfian­za. Mientras hacía caer a Cullen en una trampa, Loughren tuvo que manejar un grave problema cardíaco: necesitaba un trasplante pero no tenía seguro médico. Mientras rodaba sus escenas, Chastain llevaba un auricular con el latido del corazón “porque es una constante”. En los momentos de tensión, el ritmo cambiaba. Redmayne, que actúa junto con ella, no se dio cuenta hasta el final.

Con sus numerosas escenas de turnos nocturnos en hospitales, The Good Nurse no es cinematogr­áfica. ¿Es este el tipo de decisión creativa audaz que se puede tomar después de ganar un premio Óscar al mejor actor, como es el caso de Eddie Redmayne en 2015 por La teoría del todo y de Jessica Chastain este año por Los ojos de Tammy Faye?

Chastain, de 45 años, dice que el premio no cambió su carrera. “Mucha gente se lo toma con calma y dice, oh sí, lo guardo en mi baño. Fue increíble. (Pero) mi objetivo nunca fue ganar un Óscar”.

Algo que cambió, por supuesto, es la industria. Cuando Jessica Chastain hizo Historias Cruzadas (The Help) en 2011, con Viola Davis, Emma Stone y otras actrices, los periodista­s le preguntaba­n cómo era para las mujeres trabajar juntas. “‘¿Hubo peleas en el set?’ No podía entender las preguntas que me hacían”, recuerda.

“Mi sentir fue que esto era una tontería y tenía que hablar de eso. Queridos amigos míos, que eran hombres en posiciones de poder, me dijeron: ‘Ten cuidado, hablas demasiado de esto y se va a interponer para que consigas trabajo’”. Ella no se inmutó. “Porque al fin y al cabo, me iré a hacer teatro a algún sitio, eso es lo que quería hacer al principio. Siempre encontraré trabajo”. Los dos actores tocan madera, por si acaso.

Chastain y Redmayne, que viven en Nueva York y Londres respectiva­mente, mantienen cierta distancia de Hollywood. Con su productora Freckle Films, Chastain realizó una serie que examina la historia real de Tammy Wynette, cantante de “Stand By Your Man”.

“Se trata de una mujer que estuvo casada cinco veces, así que no decía ‘stand by your man’ (apoya a tu hombre)”.

Redmayne, de 40 años, dejó atrás sus giras anuales por Hollywood para lo que se conoce como “temporada de pilotos”. “Creo que nunca conseguí un trabajo allí. Y ya no se filma mucho en Los Ángeles”. Ahora los papeles le llegan, y son más extraños de lo que puede predecir. “Me encanta salir de la zona de confort. Todo el mundo dice: ¿qué quieres interpreta­r? Ni idea. Lo emocionant­e es lo que los demás ven en ti”.

ÉL DICE “ME ENCANTA SALIR DE LA ZONA DE CONFORT. TODO EL MUNDO DICE: ¿QUÉ QUIERES INTERPRETA­R? NI IDEA. LO EMOCIONANT­E ES LO QUE LOS DEMÁS VEN EN TI”

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