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Una plaza digital

Elon Musk quiere hacer de Twitter un lugar para debatir nuestros desacuerdo­s.

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Hay dos respuestas a la afirmación de Elon Musk de porque compró Twitter “para ayudar a la humanidad” y no para ganar dinero. La primera es el cinismo: nunca nadie se ha convertido en el hombre más rico del mundo por anteponer la búsqueda de sus ideales sobre su visión para las ventajas comerciale­s, y a la hora de la verdad, Musk va a dirigir Twitter como una empresa con fines de lucro en primer lugar y como un bien social después.

Pero la otra respuesta, y creo que más útil, es pensar en las formas en que Elon Musk tiene razón. Sin duda tiene razón al argumentar que un pilar esencial de la civilizaci­ón es la capacidad de resolver las disputas sin violencia, ya sean discusione­s sobre la propiedad, los derechos laborales o cualquier otra disputa política que se quiera nombrar. Musk también tiene razón al afirmar que, con el tiempo, el número de espacios comunes en los que se pueden resolver esos desacuerdo­s se redujeron. Por eso es vital la creación de al menos una “plaza pública digital” en la que puedan ventilarse.

Nunca ha sido tan fácil dividirnos en comunidade­s, no en función de la geografía o la cercanía, sino de los intereses.

El mayor problema para cualquiera que quiera crear un foro común para los debates es que el libre intercambi­o de ideas se basa en última instancia en la capacidad de conseguir que la gente deje de hablar. No se puede mantener un debate sobre el futuro de las telecomuni­caciones si la gente sigue discutiend­o sobre agricultur­a en la misma sala.

Y eso es lo que ocurre con las plazas públicas: sí, pueden albergar discusione­s y debates políticos, pero también son lugares en los que la gente quiere celebrar que el Arsenal ganó la FA Cup o chismear sobre el último episodio de The Young and the Restless.

A pesar del relato nunca ha habido un derecho de acceso sin restriccio­nes a las “plazas públicas”: a menudo han sido el lugar de una represión y un control excesivos. Pero un cierto grado de administra­ción siempre ha sido vital para su funcionami­ento. Lo que no está claro es si se puede encontrar alguna alquimia que permita el funcionami­ento efectivo de las plazas púbicas digitales sin destruir la capacidad de las sociedades para resolver pacíficame­nte las disputas. Esperemos que si Musk no ha encontrado la manera de hacerlo, alguien lo haga pronto.

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