La inseguridad es el principal problema
El crimen organizado plantea problemas sociales y económicos en México.
Que nadie tenga duda, la inseguridad es el principal problema que enfrenta el país, y lo más grave es que el Gobierno no lo quiere reconocer públicamente y por eso trata de minimizar toda la tragedia que se vive en muchos estados de la República. El presidente está tratando de tapar el sol con un dedo, porque en su manera de ser, el aceptar esta desgracia sería contraproducente para la campaña electoral que él ha decidido encabezar este año; pero la realidad no se puede ocultar, y el negarse a reconocer esa realidad no cambia las cosas, solo las empeora.
La inseguridad plantea muchos problemas sociales y económicos, y por ser estos últimos mi especialidad, en ellos me quiero concentrar.
En primer lugar, el alto nivel de inseguridad que se vive en el país representa un costo enorme; es difícil de evaluar por su magnitud, pero sin duda representa cuando menos dos o tres puntos del PIB anual, la destrucción de valor que conlleva este flagelo no la habíamos visto jamás en México. Primordialmente están los muertos y los desaparecidos, estos suman 180,000 los primeros, y más de 40,000 los segundos; no hay manera de compensar la muerte, esta es definitiva, el daño que se hacen los criminales —entre ellos— así como los daños colaterales en la sociedad civil no pueden ser aceptables por ningún gobierno. Ojo, el gobierno mexicano, por los dichos del presidente, lo considera algo normal y por eso, aunque en muchos lugares la violencia y la inseguridad hacen mella, el presidente dice que el país está en calma, cancela sus reuniones de seguridad y se va de gira. ¿Cómo ven?, no cabe duda que nuestro primer mandatario ve a México desde una perspectiva muy distinta, cuando menos distinta a la mía.
No es posible que pretendamos impulsar las inversiones productivas en México cuando no somos capaces de garantizar la seguridad física y material de los empresarios. El ya famoso cobro de piso que se ha extendido en decenas de ciudades aniquila muchas actividades productivas —por principio algo inaceptable—, y lo que es peor es que las autoridades de los tres niveles: el federal, el estatal y el municipal lo toleren, y en algunos casos lo protejan.
El haber claudicado, desde el inicio de la administración, a luchar en contra del crimen organizado nos ha traído como consecuencia que este último se haya desarrollado y crecido a niveles inaceptables; la estrategia de “abrazos y no balazos“resultó ser un verdadero fracaso. Además de lo anterior, que es solo una pequeña muestra de la inseguridad en la que vivimos, ahora resulta que los grupos delincuenciales también quieren el poder político, y el Estado ve con complacencia los asesinatos de candidatos a cualquier puesto, mismos que pierden la vida porque los criminales quieren imponer a sus representantes. Basta ver lo que pasó esta semana en Maravatío, Michoacán; y la autoridad, bien gracias. El propio presidente apenas y comentó, en unos cuantos segundos, el incidente en su comunicación mañanera; lo de Maravatío fue gravísimo, el presidente dijo que no tenía temas de seguridad importantes y se fue de gira.
No me resta más que despedirme con la esperanza de que el gobierno acepte que tenemos un problema muy serio, y que es necesario resolverlo.