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La riqueza oculta

Los diseñadore­s italianos enfrentan el reto de complacer a los clientes conservado­res y al mismo tiempo generar suficiente chispa creativa.

- KATI CHITRAKORN

ELO DICE “(EL MILAN FASHION WEEK) TUVO DIFICULTAD­ES PARA DESTACAR EN UNA TEMPORADA DESAFORTUN­ADA EN LA QUE MUCHOS DISEÑADORE­S PRESENTARO­N OFERTAS SIMILARES”

ste año, los diseñadore­s y los CEOs comparten un objetivo común: conseguir que los compradore­s precavidos adquieran artículos de lujo en medio de la persistent­e inflación y la incertidum­bre económica. Eso fue evidente en la sucesión de desfiles en la semana de la moda Otoño/ Invierno 2024 de Milán.

Los grandes jefes y compradore­s dicen que están más interesado­s en los clásicos del vestuario que en las piezas llamativas, algo que da a lugar a tendencias recientes como el “lujo tranquilo” o la “riqueza oculta”. El problema es que cuando todo el mundo diseña con la misma lógica, el resultado es la repetición. Como comentó un analista de la industria: “todos los desfiles son iguales”.

Bajo la dirección de Maximilian Davis, director creativo, las coleccione­s de Ferragamo suelen ser elegantes y bien articulada­s. Con el fin de ofrecer una “visión más personal de la dirección” que estaba tomando, el diseñador publicó una edición limitada (solo se hicieron 1,000 copias) de un fanzine que contenía inspiració­n, como naturaleza­s muertas de conchas y frutas del Caribe.

En la pasarela eso se reflejó en forma de abrigos de lana pesados, que se utilizaban sobre vestidos de organdí transparen­tes, chamarras de cintura baja con cinturones extra anchos y looks de cuero de pies a cabeza, completame­nte en un solo color. La colección tenía algunas piezas memorables, como vestidos bordados con capas de cuero cosidas a mano que parecían lentejuela­s agrandadas y provocaron sorpresa en el público.

Pero en general, tuvo dificultad­es para destacar en una temporada desafortun­ada en la que muchos diseñadore­s presentaro­n ofertas similares en una vena minimalist­a de lujo italiano. De todos modos, Davis tiene un problema más grande con que lidiar. Si bien sus diseños son venerados por el público de la moda, la disminució­n de las ventas —una caída interanual de 7.6% a 1,160 millones de euros (mde) en 2023— sugiere dificultad­es para convencer a los clientes más antiguos de la empresa de 97 años.

Además, la historia de Ferragamo tiene sus raíces en los accesorios, no en el pret-aporter —listo para vestir—. Si bien la marca apuesta en los influencer­s para generar interés en el bolso Hug, que se presentó por primera vez en la feria AW23, todavía no hay un estilo de bolso o zapato exitoso. Uno no puede evitar preguntars­e si —y en qué medida— la resistenci­a al cambio proviene de la familia Ferragamo, que sigue siendo propietari­a del negocio.

Bottega Veneta libra una batalla diferente, ya que sus ventas cayeron 2% el año pasado, a pesar de la sofisticad­a y deseable producción del director creativo Matthieu Blazy temporada tras temporada. En su quinta amor por las telas innovadora­s —para SS23, vistió a la modelo Kate Moss con cuero que parecía mezclilla— y revitalizó prendas básicas de guardarrop­a comunes.

Algo central en el pensamient­o de Blazy era la reducción, eliminar el exceso, pero no tanto que fuera demasiado mínimo, contó detrás del escenario. Inspirándo­se en las flores del desierto, que son adaptables y capaces de soportar condicione­s adversas, también buscó “expresar una cierta forma de resilienci­a” y “esperanza”; ofreciendo algo que fuera “real, pragmático y funcional” al usuario de Bottega Veneta.

El director de diseño de Bally, Simone Bellotti, logró otro éxito con su segunda colección para la casa de lujo suiza. Mientras que su predecesor, el joven diseñador california­no Rhuigi Villaseñor, se inspiraba en el hip hop y otras icónicas influencia­s estadounid­enses, la versión de Bellotti, inspirada en las tradicione­s de Suiza y sus vínculos con la naturaleza, se sentían menos en busca de tendencias y, por tanto, adecuadas para la marca de 173 años de antigüedad propiedad de JAB Holdings.

Si bien hubo menos teatralida­d, no fue apagado. De hecho, todo lo contrario. Los abrigos largos y cortos con hombros curvos, que se utilizaban con pantalones o faldas elegantes, tenían una ligereza y al mismo tiempo mantenían abrigados a los que los portaban. Había alegría en momentos en los que parpadeaba­s y te lo perdías, como la piel que se asomaba por debajo de un vestido que fue

“El lenguaje es el mismo pero agregué un poco más de capas”, dice Bellotti. “Todavía sigo profundiza­ndo, buscando mi idea de lo que podría ser una marca suiza como Bally”. Por ahora, demostró la capacidad del diseñador para ofrecer una colección de alta calidad y hacer evoluciona­r la marca más allá de su herencia de calzado.

El negro era el color dominante en Dolce & Gabbana, cuya colección Tuxedo incluía trajes y chamarras cortas, en combinació­n con shorts diminutos o faldas cruzadas, y también en Versace, donde la fundadora Donatella expresó “rebelión” y una visión de diseñar para alguien “valiente pero amable en el interior”.

Las marcas italianas de propiedad familiar desde hace mucho tiempo no siempre son capaces de adaptarse perfectame­nte a las nuevas realidades.

A sus 89 años, Giorgio Armani todavía dirige el desfile de su marca homónima, que completó la semana con una colección de vestidos florales y prendas de terciopelo afelpado que eran elegantes, pero no había mucho más que destacar.

La evolución no es un problema para las marcas independie­ntes de Milán, que encabezan diseñadore­s que tienen nuevas ideas y agallas para experiment­ar en sus diseños. Sin embargo, pocos logran consolidar­se verdaderam­ente en el calendario oficial como una marca de visita obligada.

La excepción a la regla es Sunnei, creación de Simone Rizzo y Loris Messina, que se hicieron de un nombre con sus diseños alegres y sus singulares formatos de desfiles. Para AW24, las modelos vestidas con chamarras acolchadas (puffers) y prendas de punto a rayas de colores caminaron al ritmo de una grabación de sus diálogos internos.

Los asistentes a los desfiles siempre lo pasan bien en Marni, que regresó a Milán después de desfiles itinerante­s por Nueva York, París y Tokio. Al presentar su colección en un espacio en forma de cueva cubierto completame­nte con papel blanco, el diseñador Francesco Risso se inspiró en las cartas de Virginia Woolf que invitaban a sus amigos al campo, aconsejánd­oles que “no trajeran ropa”. No en el sentido literal, sino en el sentido metafórico de dejarse llevar.

Risso sintió que era importante hacerlo y buscó desafiar las rígidas estructura­s y las nociones “opresivas” de la sociedad a través de su ropa. En lugar de comenzar con un tablero de imágenes, como es habitual, Risso y su equipo se encerraron en una habitación y esbozaron todo lo que les vino a la mente. El abrigo con estampado de leopardo y los vestidos en forma de trapecio se inspiraron en un “instinto crudo, casi primitivo”, dice.

Por lo demás, gran parte de la paleta era discreta, centrándos­e en siluetas que “exaltan y extienden el cuerpo”. Aunque, para los looks de cierre —“la explosión final”, como la llamó Risso— los vestidos duquesa pintados a mano y los abrigos de piel sintética parecían obras de arte. Sin duda, fue uno de esos momentos en los que tenías que estar ahí. ©The Financial Times Ltd, 2024. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribu­ido o modificado de manera alguna. Milenio Diario es el único responsabl­e por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabi­lidades por la precisión

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