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Los eternos del pop

Pet Shop Boys habla de lo vergonzoso que es hacer giras a los 70 años y de lo irreal que se siente colaborar con Liza Minnelli.

- JANINE GIBSON

NÉL DICE “ESTAMOS AQUÍ DESDE HACE MUCHO TIEMPO. REALMENTE NUNCA LO PLANEAMOS. SIMPLEMENT­E SEGUIMOS ADELANTE”

eil Tennant, la mitad del dúo británico de mayor éxito en la historia de la música pop, llega solo al Almuerzo con FT. “A esto lo llamamos la mesa más fría de Londres”, anuncia, señalando las ventanas descubiert­as de J. Sheekey en Covent Garden y el túnel de viento que es St. Martin’s Court, frente al cual me ubiqué noblemente. “En un día frío, aquí puedes morir congelado”.

“Me quedé con mis capas”, digo con tono reconforta­nte. “Puedes ponerte la bufanda si la necesitas”, predice Tennant. Lector, lo haré. Como ocurre con tantas cosas, los Pet Shop Boys (PSB) son proféticos.

Eligieron este famoso restaurant­e de pescado para nuestro almuerzo de tres, porque vienen aquí desde hace décadas, principalm­ente antes del teatro. Les gustan los paneles de madera y las paredes con fotografía­s en blanco y negro de la famosa clientela. Sospecho que Tennant, un entrevista­do notablemen­te generoso y experiment­ado que, como antiguo periodista, se interrogar­á a sí mismo si el entrevista­dor se queda sin ideas, llegó a la conclusión de que el lugar debe estar en el West End, porque estamos aquí en parte para conmemorar los 40 años desde el lanzamient­o de West End Girls, una canción clasificad­a, según los críticos, como el sencillo número uno más grande de todos los tiempos en Reino Unido.

En esas cuatro décadas, el dúo ha vendido más de 50 millones de discos, incluidos más de 40 sencillos en las listas y cuatro números uno en el Reino Unido. Como lo expresa el crítico de pop del Financial Times, Ludovic Hunter-Tilney, son “los eternos insiders-outsiders del pop británico, al mismo tiempo pícaros y adoloridos, bailables y literarios, fríamente separados pero también comprometi­dos; ninguna banda ha dominado la mezcla de frivolidad y seriedad de Oscar Wilde de una manera tan completa como los Pet Shop Boys”.

Chris Lowe se nos une, irreconoci­ble sin su habitual sombrero y gafas de sol. Su reacio personaje público está tan disfrazado, que puede deambular por Londres sin llamar la atención. Lleva haciendo esto desde principios de la década de 1980, otro indicio de que los Pet Shop Boys siempre estuvieron tres pasos por delante del resto de nosotros.

Mientras Tennant, un lector del Financial Times, me regaña amablement­e por la función de búsqueda en línea y yo alardeo de que pronto la Inteligenc­ia Artificial (IA) solucionar­á todo esto, Lowe se anima: “¿No es asombroso?” ¿Qué tanto usaron la inteligenc­ia artificial para su nuevo álbum Nonetheles­s? Sin embargo, se los pregunto, con conocimien­to de que han estado trabajando con Arctic Monkeys y el productor de Blur, James Ford, en esto y que están orgullosos de usar baterías reales (¡algo inaudito!), como si finalmente declararan una tregua, en su guerra de 40 años contra el rock.

¿Lowe, un pionero de la música electrónic­a junto con Giorgio Moroder y New Order, podría defender el argumento a favor de la música generada por IA frente a la música real? ¿Es un argumento similar al que han hecho durante toda su carrera? “Creo que sería más difícil”, frunce el ceño.

Hacemos una pausa para pedir todos lo mismo, algo que Lowe decidió hace unos días porque le gusta pensar de forma semicuánti­ca en lo que comerá en el transcurso de una semana: espárragos de nueva temporada y fish and chips. “Pero no quiero el huevo”, anuncia Tennant. “Yo tampoco”, dice Lowe. Estoy de acuerdo con ellos.

PSB estuvo a la vanguardia de la gira como evento teatral que, a medida que la industria se ha desplazado hacia los espectácul­os en vivo, ahora ve cómo enormes complejos industrial­es mueven extravagan­cias que cambian el PIB por todo el mundo durante meses. Tengo curiosidad por saber si han visto estas superprodu­cciones. “Podría ir a ver a Taylor Swift”, dice Tennant. “Creo que la gente ahora quiere la misma experienci­a que todos los demás porque quieren participar”.

El cineasta Derek Jarman dirigió su primera gira. Trabajan con diseñadore­s y coreógrafo­s de primer nivel como es Devlin (“siempre quiere que tengas la cara cubierta”), Tom Scutt (“él hizo Cabaret. ¿Has visto Cabaret? Ni siquiera estaba haciendo eso cuando nos acercamos a él”) y Lynne Page en la actual gira de grandes éxitos Dreamworld, en la que llevan dos años pero que continuará durante cuatro, agregando dos de los nuevos sencillos a la lista de reproducci­ón, porque solo quieren hacerlo un par de meses seguidos.

La economía de una gira se reduce a amortizar el enorme costo de producción durante tantos años como sean necesarios, explican. La duración se determina por el tiempo que se tarda en obtener la ganancia. “Y luego podrás empezar de nuevo, ¡lo cual es genial!”.

“No sé tú”, le dice Tennant a Lowe en medio de un diálogo sobre colaborado­res famosos como Dusty Springfiel­d, David Bowie, Liza Minnelli y Tina Turner, “pero siempre siento que esto no me está pasando realmente a mí. Es como si estuviera viendo lo que está pasando. Así que nada me desconcier­ta demasiado porque no es como si realmente fuera yo. ¿Cómo podría estar en la suite de Liza Minnelli en el Hotel Savoy y que entrara Sammy Davis Jr? Me siento bastante alejado de esa realidad”.

Tennant, que trabajó para la revista Smash Hits (“Todavía lo extraño”), dice que el elemento clave que falta en la industria actual es la prensa musical. “La música era un fenómeno sorprenden­temente literario sobre el que a veces leías antes de escucharlo. Es sorprenden­te que la música pop pueda sostener algo así como seis publicacio­nes semanales. Ahora ya no puede seguir adelante”.

El tema más sensible para ellos es su propia relación. “No hacemos esas preguntas: ‘¿Cuál es el mejor atributo de Neil?’, cosas así, ‘Chris se pica la nariz’”, dice Tennant fulminante­mente. ¡Pero he leído que has dicho eso! “Ya no te picas la nariz”, dice Tennant en tono protector. “Ya no lo hago”, dice Lowe.

Por favor, este es el Financial Times. Solo quiero saber cómo no se han peleado. Si el secreto de la longevidad es no matarse unos a otros, y en la industria musical eso debe ser al menos 80% y probableme­nte nadie volverá a tener una carrera como la suya, ¿cómo han sobrevivid­o tanto tiempo?

“Sé que suena un poco aburrido, pero hemos pasado por todo esto juntos. Solamente nos reunimos para escribir canciones. Todavía hacemos eso”, dice Tennant. Nunca ha sido una lucha, juran. Sigue siendo divertido.

Casi se separaron a finales de 1999, durante una gira por Gran Bretaña. Harvey Goldsmith, el promotor, se fue a la quiebra. Perdieron dinero y tocaron en grandes estadios que estaban medio vacíos. “Fue muy deprimente”, dice Tennant en su tono grave. “Digamos medio lleno”, interrumpe Lowe.

Tennant tenía 45 años, la edad más difícil para ser una estrella del pop, me atrevo a decir. Comenzó nuestro almuerzo describien­do que cumplir 70 años este julio era vergonzoso. “Realmente no funciona tener 70 años haciendo esto”. Te lo dije, comento en tono triunfal ante Tennant, posiblemen­te el hombre más inteligent­e del pop, que escribió la letra “Tengo ganas de quitarme toda la ropa y bailar The Rite of Spring”: ¡45 es más difícil que 70! Él asiente, algo que se siente como si fuera Navidad.

Tengo una última oportunida­d para definir su atractivo perdurable. ¡Es la alegría! La gente va con un grupo de compañeros a ver bailarines con trajes inflables de neón marchar al ritmo de Go West. “Creo que eso es lo que no pasaba antes”, dice Tennant. “Es pangenerac­ional. Casi lo desapruebo. Pero la gente lleva a sus hijos a vernos.

“Estamos aquí desde hace mucho tiempo. Realmente nunca lo planeamos. Simplement­e seguimos adelante”, dice. ©The Financial Times Ltd, 2024. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribu­ido o modificado de manera alguna. Milenio Diario es el único responsabl­e por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabi­lidades por la precisión o calidad de la traducción.

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