La dificultad de decir “no”: la exhibición en el MUAC
La reciente muestra de Jill Magid provoca una reflexión sobre el arte contemporáneo y la lógica legal, republicana
El jueves pasado se realizó el primer debate en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) sobre “Una cartasiemprellegaasudestino”. LosArchivos Barragán, de Jill Magid, que incluye una gema hecha con parte de las cenizas del arquitecto Luis Barragán, extraídas con el consentimiento de sus familiares.
Una de las conclusiones fue subrayar que la función del museo es difundir el trabajo realizado en el contexto del fenómeno social conocido como “arte contemporáneo”. Antes del debate parecía haber un voto de confianza ciego de los curadores de la institución respecto a los motivos del proyecto, a saber: la repatriación del archivo adquirido legalmente y resguardado en óptimas condiciones en Suiza, donde cuenta con un centro de trabajo y biblioteca, y cuya fundación, sin fines de lucro, organizó un catálogo razonado de la obra del arquitecto en el año 2008.
Por la publicidad ya impresa y por la polémica entre universitarios, se llegó a pensar que la exposición había sido tan solo uno más de los “sí” recabados en México por la artista en cuestión para llevar a cabo su proyecto personal.
En el debate Magid comentó que todo empezó al recibir un “no” de la Barragan Foundation en Suiza, para acceder al archivo. “Cuando me dicen ‘no’ empiezo mi trabajo”. Quedó claro que la repatriación del archivo es un pretexto que sirvió a su ímpetu contrariado. Si algo de artístico “contemporáneo” tiene su discurso de trabajo, es la idiosincracia del “sí” en México, pues aquí es difícil decir “no”. Confiar en la justificación de la artista ha sido una ingenuidad y, tal vez, parte de ese performance.
El caballito enterrado por la artista en las cenizas de esa urna, pudo convertirse en un caballo de Troya donde sectores críticos de la sociedad se acusaran, entre ellos, de malinchistas, patrioteros y frívolos. Pero al final del debate quedó claro, entre muchas otras cosas, que la función del MUAC es de utilidad pues refrenda su compromiso con la exhibición de propuestas de arte contemporáneo, sobre todo en aquellas que le competen a la nación.
El debate fue el momento de escuchar, otra vez, que el arte, y más propiamente el “contemporáneo”, goza de una autonomía que la separa de lógicas morales y juicios comunes, porque se encarga de elaborar cuestionamientos que las ciencias no pueden hacer. Se dijo que la ética del curador está en relación con la dignidad de preservar esta tradición artística, que el arte no acepta ciertas preguntas y que hay un escándalo moral en todo esto.
Lo anterior se puede razonar y encontrar una validez contingente, sobre todo cuando la exploración artística ayuda a encaminar a una sociedad a ser coherente con sus principios de libertad. Pero hay un riesgo en aceptar que el arte contemporáneo no pueda ser cuestionado pues eso solo sucede con los actos de fe. La ética es fundamental en la preservación de las conquistas sociales que nos dieron figura de ciudadanos. La discusión sobre esta exhibición no es solo un asunto de moral religiosa, ya que subyace la concepción de la dignidad de la persona que funda al Estado moderno.
Lógica republicana
Recordé otra muestra que utiliza literalmente restos humanos plastinados, con la justificación de hacer accesible al público el interior de un cuerpo humano real. Sobre esta exhibición en París, en 2009, la jueza del Tribunal de Gran Instancia de esa ciudad ordenó el cierre de la misma, resolución motivada por la demanda de dos asociaciones civiles que presumían que los cuerpos habían sido prisioneros o condenados a muerte y de nacionalidad china. Sin tener relación directa con la exposición del MUAC, los considerandos de la resolución son útiles por dar una idea de la lógica legal, republicana, sobre la delicada cuestión de utilizar restos humanos por parte de particulares con fines de exhibición. En una parte de sus considerandos la ordenanza, fechada el 21 de abril de 2009, dice:
“...que de manera no menos remarcable [la justificación de la exposición] es ciega de la dimensión política del proyecto y a la cuestión no menos fundacional de los derechos respectivos del Estado y de los ciudadanos sobre la vida, la muerte y el tratamiento de cadáveres...”.
Para regresar a la discusión por la muestra del MUAC, ¿existe el riesgo de que se legitime una corriente estética con el uso de restos humanos? ¿Implicaría un riesgo para los principios fundacionales de las repúblicas modernas? Sobre todo en el contexto mundial actual, donde han ganado terreno posiciones de ultraderecha, xenofobia y violencia.
Si es cierto que el arte contemporáneo goza de una autonomía que la protege de cuestionamientos, se entiende que la erudición de sus equipos no olvida los preceptos fundacionales de su propia legitimidad. El debate volvió a la normalidad la vida universitaria, a sus funciones, y no a la defensa de proyectos personales. Que una propuesta se convierta en obra de arte o aventura sensacionalista será resultado del devenir de la cultura, hacia los pasos que hagamos para encaminarla.