Restaurador destaca la conservación de imagen
De acuerdo con el especialista Alberto Compiani sería conveniente hacer una inspección de la figura religiosa cada cinco años
Algunos tienen más de 200 años, pero los ajuares de la Virgen del Roble están en buenas condiciones.
Las revisiones que han hecho especialistas desde finales de 2016 a la colección, compuesta por 80 piezas históricas, podría revelar “algunas sorpresas” y ayudaría a entender la vida religiosa de los regiomontanos.
El restaurador Alberto Compiani explica que se cuenta con una oportunidad única para conocer el estado de conservación de la imagen de la Virgen, de la cual se tienen registros de su existencia en la ciudad desde 1626.
Sin embargo, se estudian posibilidades para minimizar posibles afectaciones a la pieza, pues la estructura de la cabeza de la imagen es la responsable de soportar el peso de la corona y la vestimenta. “Hubo todo el protocolo de respeto hacia la imagen, nosotros sin tocarla pudimos analizar el estado de conservación de la Virgen y suponemos que en algún momento se le dio alguna conservación, pues está en muy buen estado”, mencionó Alberto Compiani, restaurador de arte y bienes culturales. La Virgen del Roble mide 58 centímetros de alto por 52 de largo. Su estructura es de madera y pertenece a las denominadas “figuras de vestir”.
Tras una inspección visual se determinó que la pieza está en un aceptable nivel de conservación, salvo algunos detalles en su base, la cual es una especie de charola de plata con tres soportes, o “patitas”.
El soporte es un especie de bastidor de madera, de la cual se desprenden las manos y la cabeza las cuales están pintadas a mano. “Todo se ve en muy buen estado, las manitas y la cabeza se ve razonablemente bien. Hay un pequeño retoque en el tronco de la madera pero el resto está bien”, menciona Compiani, director de AC Restauración.
Para poder analizarla se tuvo la presencia de tres mujeres que cantando un rosario procedieron a despojar de las prendas a la figura de la Virgen. “Hay mucha mitología en torno a la imagen, la cual forma parte de la cultura regiomontana. La pieza conserva en su mayoría toda la mano original”, apuntó. Sin embargo, el restaurador opinó que sería conveniente hacer una inspección de la pieza cada cinco años con tal de monitorear el estado de la pieza.
Por lo pronto, es un buen ejercicio el que se ha emprendido de catalogar la colección de vestuarios de la Virgen, así como la revisión de la figura.
El antiguo colegio municipal, o “Escuela del Roble”, va retomando su historia. En la actual sede del Museo Arquidiocesano de Arte Sacro (MAAS) fueron colocadas dos placas que relatan hechos históricos acontecidos en dicho lugar, con poco más de 150 años de presencia en Monterrey.
Una de ellas relata el fusilamiento del joven regiomontano Isaac Garza (1839-1866) en dicho sitio, acusado por el regimiento de invasores franceses de contrabandear armas a las milicias mexicanas.
Y por otra parte, se instaló otra inscripción que hace referencia al colapso de la cúpula en la Basílica del Roble, ocurrida en octubre de 1905. Se indica que los sillares utilizados en aquel templo se extrajeron de la comunidad de San Rafael, en Guadalupe “Es dejar constancia de estos hechos históricos ocurridos en el sitio”, destacó Carlos Velázquez, director del MAAS.
En el caso de la placa que relata el fusilamiento, ésta sustituye a una anterior que se había colocado en la década de los 60 del siglo pasado. Sin embargo, en los primeros trabajos de restauración de la escuela, ésta fue retirada.
Archivos periodísticos de 2009 señalan que la placa original fue trasladada al Centro INAH Nuevo León, aunque por el momento no se ha localizado.
El MAAS está ubicado en el cruce de las calles Guerrero y 15 de mayo, a un costado de la Basílica del Roble. Anteriormente el recinto funcionó como la Escuela Josefa Ortiz de Domínguez, la cual empezó a funcionar a comienzos del 1900.
Tras algunas décadas abandonado se emprendió la tarea de convertirlo en un museo que expusiera el patrimonio artístico e histórico de la Arquidiócesis de Monterrey, empezando a funcionar desde el 2015.
Con el museo en funciones, se contemplan mayores actividades para devolver el carácter histórico tanto al inmueble como a su plaza. “Un interés que tenemos es rescatar la plaza como un espacio público, realizando actividades que involucren a todas las personas que por ahí pasan. A futuro queremos colocar algo que le dé identidad a la plaza”, mencionó Velázquez.