Gal Gadot y Patty Jenkins hacen maravillas por el universo DC
e complace confirmar que el hype de Mujer Maravilla es real. Finalmente una película corrige la inconsistencia del Universo Extendido de DC.
El tema, por supuesto, no puede acabar ahí.
DC Entertainment no nos ha hecho salir del cine con buena cara desde TheDarkKnightRises, en 2012 (¿se vale contar a The LegoBatmanMovie?). Por eso queremos saber exactamente qué tan buena es esta presunta buena película. Y MujerMaravilla responde rotundamente a esta inquisitiva pregunta.
En la isla Themyscira conocemos a la princesa Diana a corta edad. Allí es entrenada para ser guerrera pese a la desaprobación de su madre, la reina Hippolyta (Connie Nielsen). La reina sabe que su hija, al haber sido creada por Zeus, posee una fuerza especial y será llamada a un destino excepcional que desea evitarle. Ese llamado ocurre años después, cuando Diana es adulta y rescata a Steve Trevor (Chris Pine), un piloto que cae con su avión al mar. Steve les cuenta a las amazonas de la isla que en el mundo exterior hay guerra (la Primera Guerra Mundial) y su misión es evitar que el ejército alemán fabrique armas tóxicas. Convencida de que puede poner fin a la guerra, Diana acompaña a Steve de regreso al campo de batalla, donde aprenderá que salvar a la humanidad es más complicado de lo que parece.
Para darle al equipo DC su primer hit crítico-comercial en cinco años, la directora Patty Jenkins se aproxima a este universo con la voluntad de manejar una crisis. En lugar de imponer su estilo de dirección o ideas revolucionarias, vuelve a las reglas que el cine de superhéroes practicaba antes de que las megafranquicias y los multiuniversos corrompieran el canon. En dos horas veinte minutos ejemplarmente usadas, narra una sola historia (la de su protagonista), evita recordarnos que está conectada con la gran trama de La Liga de la Justicia y filma algo que Batmanvs Superman y El EscuadrónSuicida no tienen: e-s-ce-n-a-s. Secuencias completas, no apresuradas, en las que ocurren conversaciones, diálogos no verbales, incluso silencios. Mi ejemplo favorito de cómo esta cinta significa un verdadero cambio es la secuencia en la que Trevor le compra un helado a Diana. Después de probarlo por primera vez y quedar fascinada, ella le dice al vendedor de conos: “Deberías estar muy orgulloso”. Esta breve escena, que captura cómo la superheroína experimenta el contacto humano de modo espontáneo y natural, es impensable en otras producciones. MujerMaravilla está llena de estos momentos.
Ya sea portándose como embajadora de la buena voluntad de la Unesco que saluda bebés y visita zonas de guerra, o vistiendo los icónicos traje y tiara en combates en cámara lenta, Gal Gadot convence absolutamente en el papel, y su estupenda química con Chris Pine no dará reacción alérgica a las inspectoras feministas. Hablando de feminismo, la química que también hay que aplaudir es la de directora y actriz protagónica. Jenkins declaró en una entrevista a Playboy que su corazón se hundió cuando supo que tendría que aceptar a Gadot como protagonista; ella hubiera elegido a alguien más. Recordemos que la decisión de elegir a Gadot fue de Zack Snyder, ya que el personaje tuvo que aparecer antes en Batmanvs Superman.
Doy mención especial a los personajes secundarios; son el tutorial para el problema de escritura que tienen todos los blockbusters que he visto últimamente. La secretaria de Steve, el agente secreto, el soldado con estrés postraumático y el nativo americano reciben al menos un pasaje en el cual transmiten su identidad y justifican su tiempo en pantalla, volviéndose entrañables para la trama.
Con MujerMaravilla, lo que Patty Jenkins mejora respecto a la era de Zack Snyder es poner la sustancia sobre el estilo. Regresar a esa narrativa individual y bien dosificada parece ser la cosa más difícil en esta vida, ya que ningún director lo pudo hacer antes. Y para quienes esperaban que MujerMaravilla fuera una obra maestra: el Universo Extendido de DC no necesitaba una obra maestra. Necesitaba primeros auxilios.