No aprendieron nada de lo de Salvador Cabañas
La disciplina en los equipos de futbol es cosa de cada equipo. Tener a los jugadores que integran un plantel concentrados, metidos de lleno en la consecución de los objetivos marcados, es todo un mérito. Implica la aplicación de un plan de trabajo en el que no se descuida ningún detalle.
Pero no estaría mal que se reflexionara de forma colectiva sobre los valores que imperan en los futbolistas profesionales de la Liga Mx.
Lo que sucedió con los colombianos William Palacios y Julián Quiñones, de los Lobos BUAP (el sorprendente equipo líder del torneo), involucrados en una riña en un bar de la capital poblana, refleja la poca consciencia y controles que imperan. Esta historia nos remite, por desgracia, a lo que sucedió en la Ciudad de México hace algunos años ya con el paraguayo Salvador Cabañas.
¿Qué no tienen prohíbido jugadores profesionales de futbol, que reciben salarios altísimos por estar en perfec- tas condiciones y hacer su trabajo en la cancha de forma impecable, acudir a este tipo de lugares? Se supone que sí.
No sólo es por iniciar un pleito. Es por el hecho de estar en un lugar inapropiado.
A los futbolistas profesionales se les llega a prohibir andar en bicicleta o en moto, o practicar deportes que los ponen en riesgo, tipo esquiar. Más, por supuesto, estar en un lugar hasta donde los pueden matar.
El asunto es que lo de Palacios y Quiñones pasa mucho más de lo que llega a conocerse. Le hace falta mucho profesionalismo a muchos de los jugadores que integran los equipos de la Liga Mx.
Deben de agradecer que México no tiene un periodismo deportivo que se concentre o se dedique a andar cazando sus historias de desenfreno. Todos los días habría nota y todos los días la Liga iría perdiendo credibilidad.
No aceptar que este tipo de indisciplinas ocurren de forma casi cotidiana es un tremendo error.