Amazon impulsa una revolución filantrópica
En contraste con la apuesta de largo plazo en sus compañías, para sus proyectos de ayuda a las personas, Jeff Bezos prefiere “el aquí y ahora”
Jeff Bezos desató una revolución en la venta minorista cuando fundó Amazon. Comanda otra revolución en la computación gracias a Amazon Web Services. Pero en lo que respecta a la filantropía se puso a la cabeza de una contrarrevolución en Silicon Valley. “Me gusta el largo plazo, es una gran palanca”, escribió en un tuit en junio. “Pero creo que quiero que gran parte de mi actividad filantrópica sea para ayudar a la gente aquí y ahora, en el corto plazo, en la intersección de una urgente necesidad y un impacto duradero”.
Bezos contrastó sus planes para realizar donaciones caritativas con las apuestas a largo plazo que hizo en Amazon y Blue Origin, su entrada a la carrera espacial de multimillonarios. “Para la filantropía me atrae el otro extremo del espectro: el presente”.
Al recurrir a Twitter y pedirle a la gente que de manera colaborativa le presentaran ideas para sus donaciones, Bezos agregó una capa de modernidad a un enfoque en el que, si bien no es exactamente anticuado, es contrario a lo que otros empresarios de tecnología hacen al entrar a la filantropía.
Mary’s Place, un refugio para mujeres y niños sin hogar en Seattle, cuyo trabajo Bezos dijo que “lo inspiró y conmovió”, no es el tipo de organización sin fines de lucro que normalmente está en el radar de Silicon Valley.
Sean Parker, fundador de Napster y de los primeros inversionistas de Facebook, es el gran sacerdote de las donaciones del sector de tecnología, gracias a su ensayo de 2015, Hacker Philanthropy. “En el pasado, el trabajo de caridad directo, como construir un hospital o manejar un comedor de beneficencia, era la forma preferida para devolver algo”, escribió, y lo rechazó como un producto de un “mundo más sencillo”. Si bien ese tipo de dar aún es valioso, continuó Parker, “el problema para los hackers que se aventuran en el campo de filantropía es uno de escala”.
Los ambiciosos filantropistas del sector de tecnología creen que tienen el dinero y la capacidad para abordar las causas sistémicas de los males del día de hoy, en lugar de solo poner un curita a los problemas. Para ellos, abordar los defectos del mercado moderno de vivienda, inventar nuevos sistemas de atención para los que tienen problemas mentales, o desarrollar programas para prevenir la desintegración familiar parecen formas más atractivas de responder a la mendicidad que financiar un albergue.
Mark Zuckerberg, protegido de Parker, prometió dedicar su fortuna de Facebook para “hacer avanzar el potencial humano y disminuir la desigualdad”, y para él, esto significa “un nuevo enfoque” que implica “inversiones de largo plazo de más de 25, 50 o incluso 100 años”. “Los mayores retos no pueden resolverse con una forma de pensar a corto plazo”, escribió.
Hubo una gran respuesta al tuit de Bezos: más de 47 mil respuestas. Las organizaciones de caridad de base comunitaria se habían sentido tan rechazadas durante tanto tiempo que muchas aprovecharon la oportunidad para hacer una audición por un pedazo de su fortuna de casi 90 mil millones de dólares. Gente de todo el planeta se inspiró para responder con sugerencias.
Bezos ahora está expuesto a un alud de causas, en un mundo de necesidades: cirugía reconstructiva posnatal para las mujeres en África, antorchas para los refugiados en los campamentos que se encuentran en la periferia de Europa, centros comunitarios en el lado sur de Chicago y bancos de alimentos en Seattle, la ciudad de origen de Amazon.
Ese enfoque colectivo para la filantropía “en el presente” parece, en todo caso, incluso más sobrecogedor que el cambio sistémico en el que otros empresarios de tecnología apuestan su legado.
¿Cómo eliges dónde dar? La forma en que Bezos responde a la pregunta podría alterar el pensamiento de moda sobre la filantropía casi tanto como alteró el comercio minorista y la informática.