Milenio Monterrey

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n los años gloriosos del cine mexicano hubo un galanazo que trabajó en muchas películas al lado de las grandes estrellas: se llamaba Ramón Gay y en 1960 fue muerto a balazos por el ex esposo de Evangelina Elizondo que enloqueció de celos cuando los encontró “platicando” en su coche. Me llama la atención el apellido de este señor porque si hubiera vivido en este tiempo, cualquiera hubiera pensado que Gay era un pseudónimo puesto con la intención expresa de salir del clóset. Pero no, parece que Gay era su apellido real y que de eso no tenía nada.

Otro caso de nombre y apellido fatal fue el de mi amigo Benito Juárez. Así era su nombre completo y lo sobrellevó siempre con mucha dignidad. Pero un día resultó que Benito tenía un grave problema de alcoholism­o y tuvo que internarse en un sanatorio psiquiátri­co. El problema no fue entrar sino salir. Cuando estaba ya para irse y le preguntaba­n su nombre, él decía con orgullo “Yo soy Benito Juárez” y de inmediato surgía una contraorde­n y lo volvían a internar porque “parecía no estar totalmente curado”.

La historia registra multitud de casos en que los padres parecieron querer divertirse al bautizar a su hijo o hija con un nombre o una combinació­n de nombres tal vez muy gracioso para ellos pero que a la víctima le puede causar graves problemas psicológic­os o sociales. Como mi amigo Tito que le puso el mismo nombre a su hijo y luego lo presentaba a todos como “mi hijo Tito” pero tenía que decirlo despacio y claro porque si no, podía entenderse: “mira te presento a mi jotito”.

Conocí a una señora que se llamaba Mercedes B. de Carrera, a una muchachita adolescent­e que circulaba por el primer cuadro de la ciudad con el nombre de Crisis Mundial y a una amiga que luchaba por no deprimirse aunque su nombre completo era Esperanza Partida.

La historia registra como verídicas combinacio­nes tan absurdas o peligrosas como el de la Sra. Mier de Silla o el del señor Bragueta Sola (así dice ¡se lo juro!). También está el caso de mi primo Francis- co de la Rosa Espinosa y el buen amigo Melchor de los Santos Reyes. El apellido –recuérdelo usted– es el apellido y no el apeído como algunos lo dicen. Por favor no se coma la ll porque se puede indigestar. Apellidos que se prestan para combinacio­nes extrañas hay muchos: Cuadros, Marcos, Sedas, Vaca o Cabeza de Vaca, Ladrón, Monje, Del Hoyo, Salido, Concha (que en algunos lugares es palabra pornográfi­ca), Toro, Manso, Paz, Guerra, Rico y tantos más. Me acordé también del Sr. Acerina, el cubano aquel que tenía su orquesta danzonera; en realidad no se llamaba acerina que es una cosa que está hecha de o que se parece al acero, sino que tenía un nombre o una combinació­n algo extraña. Se llamaba Consejo Valiente.

Hace tiempo un amigo me presentó a un cuate que al estrecharm­e la mano me dijo: “Mucho gusto, Cristóbal Cortés” y no me pude aguantar de contestarl­e: “Hernán Colón, para servir a usted”. Consultori­o verbal Comodijo2@hotmail.com

PREGUNTA DEL PÚBLICO: ¿Cómo es correcto decir: “en el ala” o “en la ala”?, pregunta Julieta Enríquez

RESPUESTA. En singular lo correcto es decir “en el ala”. En plural se dice “en las alas”.

AHORA PREGUNTO: Las cremas faciales por lo general contienen lanolina y yo le pregunto ¿Qué es la lanolina? Es una sustancia grasa que se obtiene… a.- …de una flor b.- del excremento del murciélago c.- de la piel del cerdo d.- de la lana del cordero

RESPUESTA d.- La lanolina es una especie de grasa que se obtiene de la lana del cordero. Lanolina significa “la que se obtiene de la lana”.

Reflexión para terminar: No hay una guerra civil. Todas las guerras son inciviles. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

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