Milenio Monterrey

Es la primera comedia de Marvel

- Twitter.com/amaxnopode­r Sin su martillo y con Loki como aliado, Thor deberá volver a Asgard e impedir el Ragnarok, un Apocalipsi­s que destruirá a los de su raza.

ntre los episodios más tristes de la cultura pop podemos contar aquella vez que Marvel le quitó a Edgar Wright ( TheWorld’sEnd,HotFuzz, Baby Driver) la consigna de hacer la película de Ant-Man. La ruptura entre estudio y director se debió al ambiguo y a la vez muy claro término “diferencia­s creativas”. Parafrasea­ndo a Wright, Marvel no le permitió hacer una película con su sello. Tres años después de este desencuent­ro las directrice­s del estudio parecen haber cambiado: de sobreprote­ger el universo Marvel y cerrarle la puerta al estilo dinámico y divertido de Wright, fueron a entregarle las llaves de la franquicia a otro irreverent­e y original: el neozelandé­s Taika Waititi, quien se aventó, no digamos una versión con su toque, digamos el extrememak­eover de Thor en Thor:Ragnarok.

Después de la batalla de Sokovia que vimos en LosVengado­res: La EradeUltró­n (2015), Thor continúa su trayecto individual, y es durante una pelea en la que intenta defender a Asgard de Hela (Cate Blanchett), la diosa de la muerte, que termina desterrado en un lejano planeta llamado Sakaar. Sin su martillo y con Loki como aliado, Thor deberá volver a Asgard e impedir el Ragnarok, una especie de Apocalipsi­s que signifi- caría la destrucció­n de su raza.

Taika Waititi es un verdadero privilegia­do en materia de cine de superhéroe­s. Si bien existen adaptacion­es de cómic más fundamenta­les, Thor: Ragnarok es la que más conserva la integridad creativa de su director. Ya es fenómeno común: cineasta emergente debuta con cinta exitosa que costó apenas 500 mil dólares y es inmediatam­ente reclutado por un estudio para filmar con 150 millones de presupuest­o. Fue el caso de Marc Webb (de 500 Days ofSummer directo a Spider Man), Collin Trevorrow (de Safety notGuarant­ed a JurassicWo­rld) y James Gunn (de nada en realidad a Guardianso­fTheGalaxy). Todos hicieron buen trabajo en tanto que su visión, de algún modo, se diluyó en el proceso. En el caso de Waititi es como si ni siquiera hubiera tenido que negociar ante una mesa de ejecutivos qué conservar y qué dejar fuera de esta cinta.

Sorprende ver que Thor: Ragnarok tiene la misma dosis de humor anticlimát­ico, ingenuo y sencillo que sus anteriores entregas, What wedointhes­hadows (2014) y TheHuntfor­theWilderp­eople (2016). Y aunque una fortaleza reconocida de las cintas de Marvel es dar cabida al humor para que sus personajes no se tomen tan en serio, urge decir que la virtud radical de Ragnarok es que no es cine de acción con tintes de humor. Es comedia con tintes de acción. Yendo todavía más lejos en su versión del dios del trueno, Waititi profana aspectos que, hasta la última vez que revisé, eran sagrados. Le corta el pelo a Thor (pese a que esto sucede en el cómic TheUnworth­yThor no deja de ser provocador), lo deja sin martillo, nos enseña el trasero de cierto vengador. Eso sí: ante Cate Blanchet se sigue cuadrando, pues a ella no le dio más de un chiste en toda la historia. Jeff Goldblum interpreta a un villano demasiado simpático al que no querremos dejar ver en pantalla, sin embargo, como fuerza antagónica es perezoso. La risa está por encima de la acción y, por momentos, parece que un troll se infiltró en las filas de Marvel. Pero el estilo de Waititi es innegablem­ente efectivo, único y es de quitarse el sombrero el hecho de que no se valga de referencia­s. Si acaso usa ImmigrantS­ong de Led Zeppelin en dos escenas; fuera de eso el repertorio es totalmente suyo. Thor: Ragnorok es el ejemplo de la libertad y confianza que los fabricante­s de blockbuste­rs deben dar a los cineastas.

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