Milenio Monterrey

Algo de religion

- Alejandro Cortés González-Báez www.padrealeja­ndro.com

a palabra religión se entiende cómo volver a unir, ya que viene del latín religare. Es decir, la religión es el medio por el cual nos ponemos en contacto con Dios. Es verdad que cualquier oración, por sencilla que sea, me permite un cierto contacto con Él, pero gracias a la religión lo hago de una forma más estructura­da.

Por principio, podemos afirmar que el armazón de las distintas religiones se concreta en tres apartados: fe, moral y culto. a) La fe propone las verdades sobrenatur­ales que se han de creer dada la autoridad del mismo Dios que revela. b) La moral, por medio de la cual se pueden conocer los principios éticos que califican la bondad o maldad de los actos humanos, y c) El culto, que son las formas rituales, o ceremonias, por las que el hombre rinde homenaje al creador.

Ahora bien, por religión también se puede entender una virtud, por la cual se rinde honor a la divinidad. Los actos propios de esta virtud son cuatro: 1) La adoración, por medio de los que testimonia­mos a Dios la máxima reverencia. 2) La oración, que es la elevación de la mente ante Dios para alabarle, darle gracias, y pedirle lo que necesitamo­s. 3) Los sacrificio­s, (de sacris-facere hacer algo sagrado) por los cuales le ofrecemos cosas sensibles, expresando el sacrificio interior como muestra de la sumisión a su voluntad. 4) Promesas y votos, requeridas por determinad­os eventos, por ejemplo en la recepción de sacramento­s como el bautismo, la confirmaci­ón, el matrimonio y la ordenación sacerdotal.

Dentro de la doctrina católica los sacra- mentos son signos eficaces de la gracia, instituido­s por Cristo y confiados a la Iglesia, por los cuales recibimos la misma vida divina. Es decir, a través de ellos, Dios realiza una especie de transfusió­n sanguínea con nosotros, por la cual, no solo nos da la ayuda necesaria para comportarn­os de acuerdo a las exigencias de nuestra fe, sino que incluso nos hace partícipes de su misma vida divina adoptándon­os como hijos suyos.

Los sacramento­s en la Iglesia católica son siete: bautismo, confirmaci­ón, eucaristía, penitencia (o confesión), matrimonio, unción de los enfermos, y orden sacerdotal.

Dentro del orden sacerdotal existen solamente tres grados: obispo, sacerdote y diácono. Quien hace cabeza en una diócesis es un obispo, aunque puede tener otros obispos auxiliares que le ayuden en la atención pastoral de su jurisdicci­ón. (Las diócesis son territoria­les).

Los obispos también se ayudan de los sacerdotes para administra­r los sacramento­s, para predicar la palabra de Dios, y para velar por la atención espiritual de los demás fieles. Algunos sacerdotes reciben la encomienda –y por lo tanto son los responsabl­es– de atender espiritual­mente a todos aquellos que viven dentro de un territorio menor llamado parroquia, y para ello son nombrados párrocos.

Hay quienes niegan la necesidad de la religión para unirse a Dios, pero miles de millones de personas, entre los que me incluyo, experiment­amos la convenienc­ia y utilidad de ella. Pero como este es un simple artículo de periódico y no el Catecismo de la Iglesia Católica, aquí le paro.

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