Milenio Monterrey

- Avelina Lésper

as feministas puritanas e ignorancia pretenden ser las dueñas del cuerpo femenino a nivel físico, simbólico y social, han llegado tan lejos como las religiones y culturas absolutist­as que niegan los derechos humanos de las mujeres. La “cosificaci­ón del cuerpo de la mujer” se manipula, hacen de ese cuerpo un “objeto de activismo” y le niegan posibilida­des eróticas y lúdicas, para el feminismo, como para los religiones monoteísta­s, la mujer es un ser insensible que es obligado a entregarse o participar del placer. El mito de Hylas y las ninfas es una lección sublime: el joven Hylas, valiente y hermoso, es hijo del rey Tiodamante, asesinado por Hércules. Deslumbrad­o por la belleza del joven, Hércules lo adopta para convertirl­o en un guerrero. Heracles, admirado por su valor y fuerza en las batallas se enamoró perdidamen­te de Hylas. Al iniciarse la expedición a Cólquida, Hércules se llevó al hermoso joven, que excitado por el peligro se fue a buscar la gloria. En las costas de Tidade enviaron a Hylas a buscar agua pura, llegó a un estanque transparen­te, y al mirarse en las aguas las ninfas brotaron cantando y seduciendo. Sus cuerpos atrajeron a Hylas derrumband­o su valor y su fuerza ante la sensualida­d, se sumergió en el estanque con los brazos de las ninfas acariciánd­ole. No volvió a salir. Hércules aulló desesperad­o, se vengó asesinando a los misios culpándolo­s del rapto. El joven Hylas nunca regresó del eterno orgasmo de las ninfas. El mito inspiró una de las pinturas más bellas del movimiento pre- rrafaelist­a, del pintor inglés John William Waterhouse, realizada en 1896, hace 122 años, hoy ha sido retirada de la Manchester Art Gallery en un acto de censura disfrazado de performanc­e para “pensar en la cosificaci­ón del cuerpo femenino” a cargo de una curadora y una artista feministas. En lugar de la obra maestra, en el ominoso espacio vacío, el público va a colocar postits opinando sobre el tema, para las feministas VIP provoca más reflexión un postit que una hermosa pintura. La ignorancia y la violencia de esta censura son escandalos­as, en el mito el seducido es Hylas; el poder de decisión sobre el cuerpo y la sensualida­d es de las mujeres, Hylas es pasivo, el dolor de la pérdida es de los hombres, Hércules y Heracles. Lo que molesta al feminismo es el punto de vista masculino, su enemigo son las relaciones entre dos sexos. ¿Por qué una mujer no puede seducir y ser dueña de su cuerpo para entregarlo? ¿Por qué toda relación se debe ver como abuso hombre-mujer? Esa obsesión con reducir relaciones sensuales y sexuales en víctima y verdugo, es maniqueísm­o que deja a la mujer en una vulnerabil­idad irresponsa­ble. El arte y la belleza tienen derecho al erotismo y la poesía, lo que vemos es la violencia iconoclast­a que castiga y prohíbe a las imágenes. La consecuenc­ia es sustituir a la pintura por algo sin belleza, sin aportación poética, con la flagrante mediocrida­d de las autoras, una vez más estamos ante la persecució­n del verdadero arte por los dogmas de una ideología.

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