París y Berlín se niegan a avalar el impuesto digital
Proyecto alterno. Ambos gobiernos piden imponer gravámenes a la publicidad, no al servicio, de empresas tecnológicas, lo que daría solo 2 mil 500 mde a la UE
“Nosotros pagamos, ellos no”. Protesta contra las grandes empresas en Bruselas. Francia y Alemania abandonaron los planes para que la Unión Europea aplique un impuesto digital de gran alcance a las empresas de tecnología, a favor de un impuesto limitado a las ventas de publicidad que probablemente excluya de su alcance a Amazon y Apple.
En un intento por rescatar las conversaciones a punto de naufragar para establecer un impuesto general de tecnología en toda la Unión Europea, París y Berlín presentaron el martes el proyecto de un plan para aplicar un impuesto de 3 por ciento sobre las ventas de publicidad de las empresas de internet.
El arreglo abandona un plan de un impuesto más general a los servicios digitales con el que se recaudaría aproximadamente 5 mil millones de euros al año al dirigirse a cerca de 180 grupos de tecnología más grandes y gravar los ingresos por la venta de datos y las actividades de las plataformas en línea. Las negociaciones sobre el impuesto se toparon con una firme oposición de gobiernos de la Unión Europea, entre ellos Dinamarca, Suecia e Irlanda, que se resistieron a dirigirse a los ingresos, en lugar de a las utilidades, de las empresas de tecnología.
Funcionarios dijeron el martes que bajo la nueva propuesta franco-alemana -que se concibió en el marco de la cumbre del G20 en Buenos Aires la semana pasada- se fijará la mira sobre Facebook y Google a través de sus ventas de publicidad, pero es probable que se excluya a otras grandes empresas de tecnología como Amazon, Airbnb y Spotify.
La medida diluida es una señal de la determinación del presidente francés Emmanuel Macron de reformar las reglas que rodean los impuestos de las empresas digitales antes de las elecciones europeas en mayo próximo.
Los diplomáticos dijeron que con el enfoque en la publicidad se busca mitigar las preocupaciones de Alemania de que sus compañías automotrices podrían verse afectadas por el impuesto. También se considera un intento de abordar las preocupaciones de las economías de los países nórdicos que rechazaron los intentos de Europa de ir ella sola con las reglas fiscales para las empresas digitales a favor de normas internacionales más generales.
Bruno Le Maire, ministro de Finanzas de Francia, dijo a los periodistas en Bruselas que la reducción de la ambición era necesaria para mantenerelproblemavivoenotras capitales, sobre todo al tener en cuenta que era necesaria la unanimidadentrelasnacionesparaadoptarmedidasfiscalesdelaUniónEuropea.“Quierollegaraunresultado, noaunpuntomuerto”,dijo.
Hartwig Loger, el ministro de finanzas de Austria, dijo que Viena apoyaría el plan franco-alemán. “Es un primer paso importante para lograr un acuerdo en la primavera del próximo año”, dijo.
Sin embargo, el debate entre los ministros de finanzas europeos el martes sugiere que el compromiso aún no supera las objeciones de algunos países, lo que pone en duda si se puede llegar a un acuerdo en marzo del próximo año, dos meses antes de las elecciones del Parlamento Europeo.
Pascual Donohoe, ministro de finanzas de Irlanda, advirtió que aún “tiene grandes inquietudes de principios sobre esta dirección de las políticas”. Otros ministros expresaron su preocupación de que el plan carece de ambición y que el costo de recaudar superaría los posibles beneficios.
La ministra española, Nadia Calviño, dijo que su gobierno planea su propio impuesto a los servicios digitales, “tiene que evaluar cuidadosamente” si la propuesta franco-alemana “cumple de manera suficiente con los objetivos de garantizar un sistema fiscal justo y eficiente para la economía digital”.
El proyecto del plan de París y Berlín no presenta una estimación de cuánto podría recaudar la propuesta de impuestos más limitada, aunque un diplomático francés estimó que recaudaría la mitad de los ingresos esperados del plan original de impuestos digitales, alrededor de 2 mil 500 millones de euros al año.
Se pretende que el compromiso entre en vigor en 2021 solo si para ese tiempo todavía no se acuerda una solución global, en la que se está trabajando en la OCDE. Para asegurarse de que el impuesto se mantenga como una medida temporal, se le dará la fecha de vencimiento de 2025. Coulter en Londres