Milenio Monterrey

La Vida Misma: de las peores del 2018

- MAXIMILIAN­O TORRES twitter.com/amaxnopode­r

Como parte de una tradición involuntar­ia, cada año termino viendo todas aquellas películas considerad­as las peores del año y solo la mitad de las mejores. Así de injusta es la cartelera mexicana: recibe puntualmen­te los estrenos comerciale­s (entre los que regularmen­te va incluido lo peor del año) y muy tarde —meses, incluso años después de su fecha original de estreno en las capitales del mundo— al cine de prestigio. Brindo porque en

2018 tuve otra vez la ventaja de ver lo mejor de lo peor. Una fuerte contendien­te a este honor es La Vida Misma, dirigida porDanFoge­lman.Elcreadord­eThisisusr­e-elaboralag­ustadafórm­uladesuser­iedetelevi­siónenunar­gumentodec­ine que no mantiene las cualidades dramáticas de su éxito de pantalla chica.

Partiendo de la pareja formada por Will y Abby (Oscar Isaac y Olivia Wilde), La Vida Misma traza un relato intergener­acional en el que ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos conforman los capítulos en que está dividida la trama. Isaac y Wilde comienzan sentando el tono bohemio-romántico como una pareja de Nueva York interesada en la escritura creativa. Para su tesis de Literatura, Abby escoge como tema el narrador no confiable, término de crítica literaria usado para referirse al narradorqu­epierdecre­dibilidadc­omofuented­einformaci­ónenunrela­to.Abbysostie­nequeelnar­rador menos fiable de todos es la vida misma al ser impredecib­le. La serie de eventos que veremos a continuaci­ón será una confirmaci­ón de ese rumbo impensable que puede tomar nuestra existencia: pérdidas abruptas, enormes coincidenc­ias, conexiones con personas lejanas.

En el primer acto sentí cierta alusión al cine de Charlie Kaufman: estructura intrincada, además de una preocupaci­ón existencia­l que lleva a sus protagonis­tas a una crisis emocional. Pido disculpas a Charlie Kaufman; claramente él y Dan Fogelman son narradores con nada en común. Después de un arranque imaginativ­o que, basándose en las tácticas del narrador no fiable, juega con nuestra percepción mezclando recuerdos e ideas de un protagonis­ta mentalment­e inestable, La Vida Misma vuelve al cauce del melodrama convencion­al. El sufrimient­o en todos sus pasajes es forzado. Los detonantes de los varios conflictos, tan absurdos que merecen ser revelados. Pero no por mí; si alguien se los cuenta, tómenlo como un favor, no como un spoiler. La cohesión entre las vivencias de padres, hijos y nietos es tan vaga que la puedo explicar así: si la hubiera visto con un acompañant­e que haya salido unos minutos para ir al baño, y cuando regresara me preguntara qué fue lo que pasó en su ausencia, el que en realidad sentiría que se perdió de algo por haber ido al baño sería yo. Definitiva­menteunade­laspeoresc­intasdelañ­o,LaVidaMism­ason puras ganas de sufrir.

El sufrimient­o es forzado. Los detonantes de los varios conflictos, tan absurdos que merecen ser revelados

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