Milenio Monterrey

Construir lectores

- HORACIO SALAZAR

El otro día husmeaba yo en una librería cuando entró un joven y preguntó por cierto libro. El dependient­e le respondió, seco: “No lo tenemos”. “¿Y sabes si tal vez te vaya a llegar pronto?”. “No, no sé”. Dos segundos después, el prospecto salió con las manos vacías y el vendedor (¡ja!) volvió a hundirse en su celular. Nadie ganó.

¿Existe alguna receta para convertir la situación en un triunfo? ¿Cómo construimo­s un lector? El cuándo, el dónde y el cómo son factores clave. Los que amamos a los libros sabemos que este amor no nos llegó ya bigotones, sino desde que éramos unos pipiolos. La niñez es el mejor momento; he aquí el cuándo.

Ahora, el dónde. ¿Dónde podemos tener a una familia junta? En la escuela solo hay niños; padres e hijos ya están cansados de su hogar; ¿centros religiosos, como el máximo santuario del catolicism­o, la Basílica de Guadalupe, en Gustavo A. Madero? Mmm, no: en esos lugares se forman feligreses, no lectores.

Y, ¿los centros comerciale­s? Me reí al pensarlo, pues estos lugares suelen atraer solo para vender; agreden la convivenci­a con ruidos exagerados. Y cansan. En la misma alcaldía fui a la veterana Plaza Torres Lindavista, plana, con muchos locales, donde el equipo de Cimientos Fundación está probando un modelo tipo Triple Hélice (universida­d, empresa, gobierno) con la idea de que si un comercio une, suma.

De paseo, vi que la plaza, como muchas, abunda en espacios vacíos y poco amables. La gente llega, compra y se va, porque no es un lugar amable, disfrutabl­e. Pensé que si le dieran a sus visitas una gota de comodidad, podrían cosechar un litro de lealtad. Los centros comerciale­s, algunos con librerías que también ansían un toque humano, bien podrían ser el dónde unir familias y construir lectores.

¿Y el cómo? Sueño con un rincón cómodo en un centro comercial, con libros para que las visitas, sobre todo niños, lean a gusto. Podría haber lecturas de cuentos con teatro guiñol, o personajes infantiles. O podrían promover libros con talento universita­rio para que los recomiende­n en vivo y a todo color. En mi sueño, con promocione­s apropiadas, ganarían las tiendas, las marcas, las familias y hasta los políticos. ¡Oh, yeah!

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