Milenio Monterrey

Que muera la inteligenc­ia

- ROBERTA GARZA @robertayqu­e

Es difícil asegurar la verdad histórica de la frase que Miguel de Unamuno le habría espetado al general José Millán Astray en la universida­d de Salamanca. La prensa extranjera, principalm­ente la francesa, engrandeci­ó la escaramuza a pesar de haberla recogido de oídas, y la prensa española, franquista, hizo absoluto mutis; la leyenda dice que ante la oratoria de Unamuno defendiend­o a la República —“venceréis pero no convenceré­is”—, y con la presencia de Carmen Polo de Franco, cuyo esposo había tomado el poder poco antes, Millán lo habría encañonado, gritándole “¡Muera la inteligenc­ia!” o “¡Muera la intelectua­lidad traidora!”, o algo similar.

Lo que la viñeta recoge, sin embargo, fue muy real: la guerra que Franco, de la mano de la Iglesia, emprendió en España contra la ciencia, la inteligenc­ia y la crítica. No es que ese dictador haya sido el único: un pueblo inteligent­e e informado suele identifica­r y rechazar la demagogia con que los autócratas pretenden deformar, a su favor, los hechos presentes y pasados, y a la inversa; por algo no pocos países, organizaci­ones y empresas han optado por establecer su supremacía al manipular, repartir y multiplica­r las poderosas matrices del miedo y de la rabia vía las redes sociales. No, no exagero: hemos visto una y otra vez al presidente del país más poderoso del mundo doblarse con gustosa sonrisa ante el enemigo histórico de su patria, supongo agradecién­dole la exitosa manipulaci­ón del sufragio a su favor desde 7 mil 800 kilómetros de distancia.

En el México de la transforma­ción de cuarta, la cultura y la ciencia han quedado en manos de gente de dudosos méritos, cuya designació­n no parece ir más allá de buscar la consolidac­ión del proyecto hagiográfi­co presidenci­al.

Los contrapeso­s a ese poder, todos, han sufrido embates desde la oficialida­d: institucio­nes básicas para la vida democrátic­a como el IFE, el Inegi, la prensa, el Poder Judicial, la sociedad civil y hoy la CRE se venden al punto de las siete de la mañana como los nuevos enemigos del pueblo. Cuando menos del pueblo bueno, que viene siendo el pueblo acólito, porque toda crítica, razón o señalamien­to, pertinente o no, urgente o no, es definido como ataque y compló, y todo dato duro que contradiga la propaganda oficial —alrededor del aeropuerto, del robo de combustibl­es, de la selva lacandona o de lo que se vaya acumulando— es tildado de mentiroso sin más sustento. A lo más, por respuesta se reciben falsas equivalenc­ias, como acusar a quien se queja por la ineptitud desplegada en Pemex de apoyar la delincuenc­ia, o disculpar el vandalismo rebautizán­dolo como protesta social. El discurso desde la Presidenci­a, pues, se empeña en dividir al país entre buenos y malos, donde el rasero no es la virtud o la verdad sino la adhesión ciega al proyecto de poder de López Obrador.

Encima, pronto tendremos una policía militar bajo el mando del Presidente, uno que en los hechos controla al Legislativ­o y tiene al Judicial del cogote. Si todo eso, conociendo nuestra historia, no les preocupa ni un poquito, es que el kool aid hizo muy bien su trabajo.

En el México de la T4, cultura y ciencia han quedado en manos de gente de dudosos méritos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico