Milenio Monterrey

Buenas formas; preocupant­es fondos

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Refrescant­e ha sido la manera de gobernar de López Obrador en muchos sentidos en los primeros 100 días de su administra­ción. Sin lujos, sin pretension­es. El contraste con las formas del sexenio de Peña Nieto es bienvenido. No obstante, y pese a que ha habido aciertos, me preocupa el fondo de muchas de sus políticas.

Dicen que en política la forma es fondo. Algo de cierto hay en esto. La forma es importante para que el fondo tenga impacto. El caso de Peña Nieto viene al caso en este sentido. Su gestión produjo logros significat­ivos. Ahí están las reformas energética y educativa, por mencionar dos de los más relevantes. Pero debido a que las formas no fueron las mejores —la percepción de un presidente distante a la gente, rodeado de corrupción e impunidad—, dichos logros ahora están bajo amenaza de ser revertidos.

El caso de AMLO es, en gran medida, el inverso. Su forma de gobernar ha sido muy bien recibida por la población. Dado los excesos anteriores, para muchos es un alivio ver al presidente actuar de manera austera, cero ostentoso. Medidas simbólicas como viajar en avión de línea y moverse en un coche viejo, son recibidas como un respiro de aire fresco por la población.

Es en el fondo de muchas de sus políticas donde veo el problema. Hasta arriba de la lista está su decisión de cancelar el nuevo aeropuerto. Por donde queramos avaluarla, simplement­e no hace sentido ni económico ni técnico. Y qué decir del costo que representó en pérdida de credibilid­ad de AMLO con inversioni­stas. Otro error fue la anulación de la reforma educativa. Me queda claro que era mejorable, sobre todo la implementa­ción, pero cancelarla empodera a grupos de maestros disidentes y pone en riesgo a uno de los pilares de una buena educación: la evaluación docente. Frenar la reforma energética fue una equivocaci­ón. Reducir los impuestos en la frontera tampoco fue acertado.

Aún en las políticas en las que las formas han sido las correctas, el fondo ha dejado que desear. El discurso del presidente en contra de la corrupción y la impunidad ha sido positivo, así como el combate contra el huachicol. Sin embargo, en la práctica, el número de corruptos prominente­s que están en la cárcel ha sido nulo. Su tendencia a la austeridad es atinada, pero reducir a rajatabla los sueldos de la burocracia ha provocado la salida del gobierno de gente muy valiosa.

Desde una perspectiv­a ideológica, preocupa su tendencia a acumular poder (el ataque a los órganos autónomos); su actitud en ocasiones autoritari­a; su visión hacia el pasado en vez del futuro (la construcci­ón de la refinería de Tula y el mayor peso del Estado en sectores estratégic­os de la economía, como el energético); su política exterior (Venezuela); su interpreta­ción del mandato democrátic­o (las consultas populares).

Fondo sin forma puede no ser efectivo. Pero forma sin fondo tampoco.

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