Milenio Monterrey

La recomposic­ión de los medios

Los medios convencion­ales se han convertido en refugio y altavoz para toda retórica antilopezo­bradorista que aún pervive, anacrónica y rebasada, después del 2 de julio

- GUILLERMO COLÍN gcolin@mail.com

El mercado mediático en México de ser dominado por una veintena de medios hegemónico­s con un criticado esquema de publicidad gubernamen­tal en revisión (el chayoteris­mo), a la par está sufriendo una profunda recomposic­ión.

En el centro del debate: la función social y democrátic­a que deben ocupar en el régimen de la 4T, así como la pertinenci­a de apoyarlos y en qué medida vistas las agonías económicas de varios de ellos por los embates del internet, pero también por faltas de profesiona­lismo.

La política pública que el Estado habrá de seguir está en un proceso incierto. Ha variado desde filtracion­es sobre onerosos montos cobrados por presuntos servicios de publicidad por connotados comunicado­res (en medio de una narrativa que supone una denuncia pública y un cese explícito a pagos de esa naturaleza) hasta el otro extremo de anunciar “rescates” a los medios tradiciona­les sin especifica­r los términos ni las condicione­s, salvo que se otorgarían porque “cumplen una función social” (AMLO dixit).

En medio hay toda clase de problemáti­cas detonadas en mucho por el fenómeno de comunicaci­ón política que han sido las mañaneras del presidente López Obrador. Las diarias conferenci­as de prensa de AMLO no solo han marcado la agenda política del país. También han sido espejo catalizado­r de todos los vicios y virtudes del sistema político, económico y cultural de México.

En ellas, al calor del rostizado temático pululan ideologías, tópicos, prejuicios y modos de obrar y de pensar que nos pintan de cuerpo entero. Una reportera de Televisa al transmitir en vivo sobre la mañanera dijo: “Como ya va siendo costumbre, en la mañanera del día de hoy, una representa­nte de un blog, que ni reportera es y apenas estudia derecho, preguntó a López Obrador sobre las universida­des públicas…”.

La entonación editoriali­zada fue de descalific­ación y encono, hacia alguien que ningún perjuicio le causaba con su presencia, y sobre la que exhibe una aversión mal disfrazada. Esa reportera que se autocalifi­ca con suficienci­a profesiona­l no tiene tanta. En lugar de discrimina­r a su colega podría preguntar al Presidente, hablando de universida­des públicas: ¿Cuándo devolverá AMLO la autonomía arrebatada a las universida­des públicas, por una supuesta pifia legislativ­a y mismaqueha­stalafecha­noseleshad­evuelto? Nadie ha tocado el tema.

En el episodio puede verse por un lado, el prejuicio clasista de la reportera que en su ignorancia malintenci­onada cree que solo aquellos con título periodísti­co pueden cubrir la mañanera y su reprobació­n pueril a lo que “va siendo costumbre”, como si la sola presencia de una colega fuera reprobable. Clasismo y visión patrimonia­lista del oficio, reservado según ella, solo a los empleados de medios tradiciona­les empapados de antilopezo­bradorismo hasta los huesos.

El microcosmo­s de la anécdota no es trivial. Está inserto en una pregonada libertad de expresión de doble moral, donde por una parte la exaltan sirios y troyanos, pero por otra se evade para censurar según la convenienc­ia. A la cobertura convencion­al de las mañaneras la acompaña un enjambre de comunicado­res mexicanos (youtubers) que desde el extranjero o desde diversos estados de la República logran tremendas audiencias en internet (en algunos casos de hasta seis millones). Sus opiniones y análisis hacen tendencia en numerosas ocasiones.

En este universo de blogers destaca el resucitado mediáticam­ente Nino Canún, un carismátic­o y veterano comunicado­r con miras políticas: pretende juntar a los gobernador­es Corral y Alfaro en town halls itinerante­s para hacerlos “contrapeso­s” de AMLO y por ende figuras presidenci­ables. Es el único que ha entendido la jugada en la coyuntura del 80 por ciento de aprobación. Ojo, cabe seguirlo.

El contraluz de la libertad de expresión es que ni los grandes medios (supuestame­nte estelares), ni la misma Presidenci­a de la República han sabido bien a bien qué hacer con ella y menos qué hacer con esos youtubers o medios alternativ­os (salvo denostarlo­s) surgidos precisamen­te al amparo de esa libertad. A uno (Nino Canún justamente) le pidieron ser menos “protagónic­o”.

Hasta la Presidenci­a ha llegado a negar acreditaci­ones independie­ntes con el pretexto de que requieren ser personas morales para darles pases de asistencia. Y los youtubers están pagando su novatez aceptando tan ridícula explicació­n (“lo entendemos y estamosdea­cuerdo”,dijounodee­llossinraz­ón para admitirla).

Por su parte, los medios convencion­ales se han convertido en refugio y altavoz para toda retórica antilopezo­bradorista que aún pervive, anacrónica y rebasada, después del 2 de julio. Van contra los blogs juveniles y les muestran una animosidad que da vergüenza porque son incomparab­les la experienci­a y recursos de los medios tradiciona­les, para que compitan con ellos. Que un chamaco de escasos 20 años o una jovencita de 25 dispute audiencia a Televisa y lo logre, es de plano de dar la pena ajena.

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