La recomposición de los medios
Los medios convencionales se han convertido en refugio y altavoz para toda retórica antilopezobradorista que aún pervive, anacrónica y rebasada, después del 2 de julio
El mercado mediático en México de ser dominado por una veintena de medios hegemónicos con un criticado esquema de publicidad gubernamental en revisión (el chayoterismo), a la par está sufriendo una profunda recomposición.
En el centro del debate: la función social y democrática que deben ocupar en el régimen de la 4T, así como la pertinencia de apoyarlos y en qué medida vistas las agonías económicas de varios de ellos por los embates del internet, pero también por faltas de profesionalismo.
La política pública que el Estado habrá de seguir está en un proceso incierto. Ha variado desde filtraciones sobre onerosos montos cobrados por presuntos servicios de publicidad por connotados comunicadores (en medio de una narrativa que supone una denuncia pública y un cese explícito a pagos de esa naturaleza) hasta el otro extremo de anunciar “rescates” a los medios tradicionales sin especificar los términos ni las condiciones, salvo que se otorgarían porque “cumplen una función social” (AMLO dixit).
En medio hay toda clase de problemáticas detonadas en mucho por el fenómeno de comunicación política que han sido las mañaneras del presidente López Obrador. Las diarias conferencias de prensa de AMLO no solo han marcado la agenda política del país. También han sido espejo catalizador de todos los vicios y virtudes del sistema político, económico y cultural de México.
En ellas, al calor del rostizado temático pululan ideologías, tópicos, prejuicios y modos de obrar y de pensar que nos pintan de cuerpo entero. Una reportera de Televisa al transmitir en vivo sobre la mañanera dijo: “Como ya va siendo costumbre, en la mañanera del día de hoy, una representante de un blog, que ni reportera es y apenas estudia derecho, preguntó a López Obrador sobre las universidades públicas…”.
La entonación editorializada fue de descalificación y encono, hacia alguien que ningún perjuicio le causaba con su presencia, y sobre la que exhibe una aversión mal disfrazada. Esa reportera que se autocalifica con suficiencia profesional no tiene tanta. En lugar de discriminar a su colega podría preguntar al Presidente, hablando de universidades públicas: ¿Cuándo devolverá AMLO la autonomía arrebatada a las universidades públicas, por una supuesta pifia legislativa y mismaquehastalafechanoseleshadevuelto? Nadie ha tocado el tema.
En el episodio puede verse por un lado, el prejuicio clasista de la reportera que en su ignorancia malintencionada cree que solo aquellos con título periodístico pueden cubrir la mañanera y su reprobación pueril a lo que “va siendo costumbre”, como si la sola presencia de una colega fuera reprobable. Clasismo y visión patrimonialista del oficio, reservado según ella, solo a los empleados de medios tradicionales empapados de antilopezobradorismo hasta los huesos.
El microcosmos de la anécdota no es trivial. Está inserto en una pregonada libertad de expresión de doble moral, donde por una parte la exaltan sirios y troyanos, pero por otra se evade para censurar según la conveniencia. A la cobertura convencional de las mañaneras la acompaña un enjambre de comunicadores mexicanos (youtubers) que desde el extranjero o desde diversos estados de la República logran tremendas audiencias en internet (en algunos casos de hasta seis millones). Sus opiniones y análisis hacen tendencia en numerosas ocasiones.
En este universo de blogers destaca el resucitado mediáticamente Nino Canún, un carismático y veterano comunicador con miras políticas: pretende juntar a los gobernadores Corral y Alfaro en town halls itinerantes para hacerlos “contrapesos” de AMLO y por ende figuras presidenciables. Es el único que ha entendido la jugada en la coyuntura del 80 por ciento de aprobación. Ojo, cabe seguirlo.
El contraluz de la libertad de expresión es que ni los grandes medios (supuestamente estelares), ni la misma Presidencia de la República han sabido bien a bien qué hacer con ella y menos qué hacer con esos youtubers o medios alternativos (salvo denostarlos) surgidos precisamente al amparo de esa libertad. A uno (Nino Canún justamente) le pidieron ser menos “protagónico”.
Hasta la Presidencia ha llegado a negar acreditaciones independientes con el pretexto de que requieren ser personas morales para darles pases de asistencia. Y los youtubers están pagando su novatez aceptando tan ridícula explicación (“lo entendemos y estamosdeacuerdo”,dijounodeellossinrazón para admitirla).
Por su parte, los medios convencionales se han convertido en refugio y altavoz para toda retórica antilopezobradorista que aún pervive, anacrónica y rebasada, después del 2 de julio. Van contra los blogs juveniles y les muestran una animosidad que da vergüenza porque son incomparables la experiencia y recursos de los medios tradicionales, para que compitan con ellos. Que un chamaco de escasos 20 años o una jovencita de 25 dispute audiencia a Televisa y lo logre, es de plano de dar la pena ajena.