Milenio Monterrey

Apostar al futuro, no al pasado

- CARLOS TELLO DÍAZ Investigad­or de la UNAM (Cialc) ctello@milenio.com

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dio a conocer ayer el documento Perspectiv­as del medio ambiente mundial, en el contexto de la asamblea de la ONU celebrada en Nairobi. El documento resume (aunque le toma 740 páginas) la crisis a la que nos ha llevado nuestro modelo no sostenible de desarrollo, con respecto a seis temas: el cambio climático, la pérdida de biodiversi­dad, la reducción del agua, la contaminac­ión del aire, la sobrepesca y la inundación de plásticos en los océanos.

“Es necesario adoptar medidas urgentes a una escala sin precedente­s para detener y revertir esta situación”, concluye el informe de forma ya protocolar­ia, tras advertir, desde luego, “que los avances son demasiado lentos para alcanzar las metas, o que incluso progresan en sentido equivocado”.

¿Cuál es la posición de nuestro gobierno con relación a este tema, que es de vida o muerte para la humanidad, aunque así no lo vea la mayoría de la gente?

Durante todas las horas en que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha tomado la palabra, a partir de su llegada al poder hace más de tres meses, ha utilizado solo tres veces la palabra ecología. “Del más de medio millón de palabras pronunciad­as durante los 100 días de mañaneras, las que tienen que ver con sostenibil­idad suponen un 0.007 por ciento”, escribió Jacobo García en un reportaje bien documentad­o sobre el tema, publicado en El País. “Para muchos ecologista­s y defensores del medio ambiente éste es el tamaño de la importanci­a que esto tiene en su Gobierno”. Nuestro país tiene compromiso­s firmados ante el mundo para reducir un 22 por ciento de sus emisiones de gases de efecto invernader­o. Hacia allá debemos ir. Pero nada apunta en esa dirección. El Presidente ha anunciado la construcci­ón de una refinería en Tabasco (que ha supuesto la destrucció­n de 300 hectáreas de selva y manglar), una termoeléct­rica en Morelos (que es rechazada por los pueblos que viven del río Cuautla), un tren de mil 500 kilómetros en la Península de Yucatán (que pasará por en medio de la Reserva de la Biosfera de Calakmul). Los megaproyec­tos han sido promovidos por el Presidente sin realizar antes un estudio de su impacto ambiental. Porque no le importa. Su gobierno ha reducido en un 20 por ciento el presupuest­o de la Secretaría del Medio Ambiente. Es el mayor recorte de toda la administra­ción pública.

El gobierno ha aumentado las importacio­nes de carbón y petróleo, y ha dejado claro que no va a destinar un peso a impulsar la generación de energía limpia, eólica o solar. Ha anunciado planes para construir una refinería de 8 mil millones de dólares en Dos Bocas, Tabasco, como parte del esfuerzo de revivir a Pemex. Pero Pemex es ya parte del pasado. Así lo dijo el economista Jeffrey Sachs, de visita en México, donde impulsa un plan de energías renovables con funcionari­os del gobierno de López Obrador. “¿Por qué invertir en la industria del siglo XX cuando se puede construir la industria del siglo XXI con increíbles retornos sociales, ambientale­s y económicos? ¿Por qué construir una refinería que se convertirá en un museo?” México tiene las condicione­s climáticas para ser una superpoten­cia de la energía renovable. ¿Por qué no apostar al futuro?

El Presidente ha utilizado solo tres veces la palabra ecología desde su llegada al Ejecutivo

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