Milenio Monterrey

Superman vigilará los camiones

- JAVIER SEPÚLVEDA javier.sepulveda@milenio.com

Muchos jefes de policía tienen la fantasía grandilocu­ente de ser superhéroe­s. Secretamen­te admiran a personajes de la ficción, aunque algunos no ocultan esa fascinació­n, como el ingeniero Hernán Guajardo,

director de la Policía Judicial del Estado durante el sexenio del gobernador Jorge Treviño (1985-1991).

Visitar la oficina de Guajardo, sobre todo después del estreno en cine, en 1990, de la versión moderna de Dick Tracy, era entrar al estudio lleno de afiches, de un admirador del legendario superpolic­ía de la tira creada por Chester Gould y publicada en el Chicago Tribune desde 1931 (siete años antes que Superman y ocho antes que Batman).

El protagonis­ta era un inspector de policía que luchaba contra los gángsters y el personaje fue tan exitoso que en 1937 surgió una serie de televisión y en la década siguiente se filmaron varias películas.

En el caso de Aldo Fasci, ya sabemos que el superhéroe con que se identifica es Superman, luego de responder que ni poniendo de secretario de Seguridad al hombre venido del planeta Kriptón podría frenarse la ola de violencia en Nuevo León, o sea yo soy Superman, pero ni así he podido con esto.

La respuesta del responsabl­e de la seguridad en Nuevo León se viralizó rápidament­e el miércoles, lo que segurament­e tiene también muy divertidos a los gángsters del crimen organizado al enterarse de que les reconocen su superiorid­ad.

Tal vez por eso, aprovechan­do que en Monterrey y su zona metropolit­ana el enemigo público de hoy son los transporti­stas, el gobernador Jaime Rodríguez ya pidió que Fuerza Civil entre a reforzar la vigilancia de los camiones, a fin de evitar que eleven las tarifas.

Por lo menos El Bronco tiene hasta su propia marca de tequila derivada del mote

mu_chos con que hace años lo bautizó el periodista Víctor Salvador Canales, pero al Superman de Aldo Fasci le falta demostrar que puede con los gángsters de verdad. Y eso no lo logrará cuidando camiones, sino frenando las ejecucione­s.

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