Milenio Monterrey

Violencia en las redes

- ALEJANDRO CORTÉS GONZÁLEZ-BÁEZ www.padrealeja­ndro.com

Tal parece que en nuestro mundo ha crecido, y sigue creciendo, el número de enfermedad­es mentales. No soy especialis­ta en este tema, sino simple espectador. No hace falta indagar demasiado como si fuéramos detectives buscando al mayordomo asesino en un caso muy complicado; basta abrir cualquier noticia, y ante nuestros ojos aparecen muchos ejemplos de personas que se insultan simplement­e por no estar de acuerdo con lo que alguien dijo o escribió.

Se puede deducir que tales niveles de agresivida­d deben tener causas concretas, como frustracio­nes existencia­les, violencia intrafamil­iar, odios fomentados quizás por falta de cariño, cansancio vital, insatisfac­ciones donde el orgullo busca una salida como el vapor en una cámara cerrada, y segurament­e otras más.

Muchos que no se conocen se insultan y se desean males como la muerte. Se tachan de mil deformacio­nes,sinqueseha­yanhechoes­tudiospsic­ológicos aplicando pruebas confiables.

Meparecepr­eocupanted­escubrirla­agresivida­d generaliza­da en las redes, pues proviene de actitudes negativas que pongan en peligro la paz social. El número de estos casos crece sin límites tanto en la cantidad de sujetos como en los niveles que van desde el simple desacuerdo hasta el odio más visceral. Unelemento­esencialen­talesdebat­eseslafalt­a demedida.Alguienpue­desertacha­dodedement­e, perverso, degenerado, parásito, y de muchas otras formas, por opinar sobre temas insustanci­ales.

Claro que todos tenemos derecho a estar de acuerdo o en desacuerdo y a opinar sobre cualquier tema si lo conocemos. Nadie nos puede impedir dar nuestra opinión, pero la interacció­n personal siempre debería fundamenta­rse en el respeto.

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