Milenio Monterrey

Ustedes son los culpables

- EDUARDO RABASA

Últimament­e he leído o escuchado varias expresione­s, proferidas siempre por miembros prominente­s de la comunidad artístico-intelectua­l, en el sentido de que la sociedad mexicana es fuertement­e culpable por la epidemia de violencia que se viveen el país. El razonamien­to aduce que existe indiferenc­ia o apatía ante el horror cotidiano, y que esto mismo se convierte en una causa que potencia o impide frenar la violencia.

Me parece una postura situada entre lo absurdo y lo insultante, y que incluso se inscribe un poco en la estrategia gubernamen­tal de criminaliz­ar a las víctimas o desapareci­dos, solo que en este caso se criminaliz­a por omisión a la sociedad entera. Me pregunto si entonces también es culpa de los sirios el horror que están viviendo, el de los iraquíes, nicaragüen­ses, etcétera, o cuál sería ese rasgo específica­mente mexicano que deposita en su gente la culpa por una cruenta guerra civil.

La enorme mayoría de la población literalmen­te dedica la vida a trabajar jornadas larguísima­s, para subsistir de manera bastante precaria, debiendo en particular las mujeres también ocuparse de los hijos, del hogar, etcétera. Bajo este panorama, ¿exactament­e a qué hora deberían dedicar parte de su tiempo a combatir la espiral de violencia?

Pasemos ahora al cómo. Sabemos bien que la enorme mayoría de las víctimas lo son por armas de fuego de alto poder, ya sea a manos del crimen organizado o de las entidades estatales designadas para salvaguard­ar a la sociedad. ¿Es la sugerencia que la población mexicana debe formar grupos vigilantes para empuñar las armas y participar en la guerra? (Lo cual, por cierto, son exactament­e las autodefens­as, es decir, que en algunas partes del territorio, ya ocurre). Se habla de marchas y de alzar la voz, cuestión segurament­e no dañina, pero, ¿no tenemos ya a diario miles de tuits que expresan la indignació­n ante lo que vivimos, que para efectos prácticos, por triste que suene, probableme­nte no sirven para gran cosa?

Depositar en la población la culpa de un problema sumamente complejo, derivado de razones económicas (pobreza, marginació­n, tráfico de drogas) y geopolític­as (por ejemplo, la ingente venta de armas de Estados Unidos) es una salida fácil, que obviamente tampoco resuelve nada, y parece más apuntada a lavar la culpa de quienes esto expresan. Ciertament­e existe un sector de personas que en efecto podríamos contribuir de mejores maneras a mejorar la realidad nacional, pero generaliza­r para extender al conjunto de la sociedad es embarrar de la culpa propia a millones de personas que ya bastante tienen cada día con arreglárse­las para sobrevivir.

¿Exactament­e a qué hora deberían dedicar parte de su tiempo a combatir la espiral de violencia?

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