¡Qué mundo!
ivimos inmersos en una oleada de
noticias y notas negativas relacionadas con menos crecimiento económico: problemas migratorios, problemas de seguridad, desinversión, malas notas crediticias, etc. y sí, no es agradable vivir en este ambiente en el que lo local está mal, y cuando lo local no afecta vienen de fuera amenazas y problemas, concretamente hablamos de EU.
Actualmente los países desarrollados que tienen una mejor distribución de la riqueza también experimentan severos problemas que antes no tenían, migración desmedida en muchos casos es el origen de esta problemática; inseguridad y pérdida de empleos es quizá la manera en la que mejor se manifiesta, de aquí que mucha de la Europa desarrollada hoy esté poniendo al frente a líderes populistas que encabezan un salto al vacío.
Es cierto que no hay modelo económico perfecto, pero el que más se acerca es aquel que permita una mayor clase media o la distribución equitativa de la riqueza; casi todos los países hemos fallado, pero los que más se acercan tienen modelos de economías libres de mercado, que se han denominado neoliberales, término satanizado hoy día. El hartazgo a la clase política tradicional es un mal generalizado, sus abusos, su corrupción y la ausencia de resultados; esto ha puesto al frente de diversos países a líderes carismáticos, activistas sociales y grandes comunicadores, a personas con poca preparación, falta de planeación e improvisados políticos, con equipos que le dan esperanza a un pueblo que “no pierde nada” en darles una oportunidad; pero que definitivamente nos van a dejar peor.
Veamos cómo evoluciona el año con el Brexit, los pleitos en Francia, Italia, España y cómo Trump puede incluso reelegirse en 2020. Como sea, el ambiente económico, contaminado por estas políticas públicas puede complicarse, por ello vale la pena ser más defensivo e invertir en instrumentos de alto riesgo.
Será después de un tiempo, que el mundo se de cuenta que ni los políticos tradicionales ni líderes populistas poco convencionales son la solución. Tendrá que surgir un nuevo tipo de líder que combine carisma y responsabilidad fiscal, lo necesario para liderar cualquier país, y no necesariamente popular.