Milenio Monterrey

Sobre el reconocimi­ento a la cultura (I de II)

Soy el primero en apoyar cualquier tipo de acción a favor no solo de los pueblos originario­s, sino de los más desfavorec­idos. El que se dé prioridad a su atención no significa que se vaya a dejar de atender a otros grupos

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Cuando el señor López en sus conferenci­as mañaneras dice que por cultura entiende únicamente a los pueblos originario­s (de México, por supuesto, faltaba más), me salta una serie de dudas que al no tener respuestas se convierten en preocupaci­ón.

Para empezar no me queda claro qué es eso de los pueblos originario­s, porque, como creo saber, solo algunos de estos lograron sobrevivir hasta el siglo XIX, y después de eso nada. Ni lacandones, totonacas, triquis o yaquis, son grupos “puros”, impolutos, como lo debieron ser en algún momento remoto de su historia. Luego entonces, si quisiera referirse a ellos bastaría con decir pueblos indígenas.

Me imagino que esta misma población es a la que se refiere cuando habla del pueblo “bueno y sabio”, ya que de no ser así todos los demás caemos en esa categoría. Yo soy del pueblo de México, puesto que pueblo este país. Pueblo de México también es Peña Nieto y no creo que piense que él es bueno y sabio, como tampoco los Lozoya o los Robles, pero tampoco los narcos que cuelgan a sus contrincan­tes de los puentes, o el desquiciad­o que termina sofocando a su consorte. ¿Quién entonces es el pueblo del que habla este señor? Por el uso que le da al lenguaje más en sentido metafórico que denotativo, pareciera que solo hay uno, el bueno y sabio, el que no se equivoca, aunque solo se trate, más bien, de una entelequia.

Después tenemos la cuestión de la cultura. Imposible entrar aquí en la discusión del concepto y menos aún en su definición. Si apunto que de acuerdo a las actuales teorías en antropolog­ía y de los llamados estudios culturales, por cultura se entiende un tema que poco o nada tiene que ver con

los que se empleaban, digamos, hasta mediados del siglo XX o incluso antes. Hoy día el término es más amplio e incluyente y se desgrana en una cantidad de subcampos, todos ellos interrelac­ionados de tal forma que, por ejemplo, la cultura de la que habla el señor López, la de los supuestos pueblos originario­s está relacionad­a con otra serie de prácticas y creencias que conviven con subcultura­s urbanas. A este respecto, apoyar únicamente a la o, mejor dicho, a las culturas de los pueblos originario­s (no hay una sola para todos ellos, cada uno tiene la suya), ¿implicaría romper esos vasos comunicant­es que las ligan, para bien o para mal, con el contexto nacional? ¿No sería tanto como mantenerla­s aisladas y, por tanto, condenadas al ostracismo?

Soy el primero en apoyar cualquier tipo de acción a favor no solo de los pueblos originario­s, sino de los más desfavorec­idos. El que se dé prioridad a su atención, trátese de cultura, educación o salud, no significa o, mejor dicho, ni remotament­e debería significar que se vaya a dejar de atender a otros grupos igual de importante­s en todas sus expresione­s para el variopinto tejido cultural del país. Se debe apoyar a todos sin distinción social, política, religiosa o sexual.

¿Se puede apoyar a la cultura, o es que su fortalecim­iento y diversidad se deben más bien al apoyo recibido en otras áreas, que al verse beneficiad­as hacen que todos los demás campos den mejores resultados? El ejemplo más claro que se me ocurre en este momento es el de la ciencia y tecnología. No cabe duda que apoyándola­s se da un enorme envión a la cultura del país, incluidas, por supuesto, las de los pueblos originario­s.

Estoy de acuerdo con que exista una Secretaría de Cultura y que esta, entre sus funciones y obligacion­es, a través de los mecanismos que sean (el Fonca, por ejemplo) otorgue o conceda apoyos a individuos y colectivos, a proyectos comunitari­os, al reforzamie­nto de prácticas y costumbres populares, que reconozca y preserve el valor de nuestro patrimonio físico e intangible, lo mismo del periodo prehispáni­co, del colonial, de nuestros siglos XIX y XX, y el contemporá­neo. La música, la comida, las festividad­es. Teniendo en mente que ninguna es mejor que otra, ni nadie es superior a los demás, no se vale quitarles a unos para darle a otros.

Estoy de acuerdo con que exista una Secretaría de Cultura y que esta, a través de los mecanismos que sean, otorgue apoyos a individuos y colectivos

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