No soy prianista, por ti seré, por ti seré...
Como siempre, panistas, priistas y el resto de la chiquillada al servicio de la comunidad. A sabiendas de que les asiste la razón en materia moral e intelectual, están dando una batalla por la que no han recibido el debido proceso, pero sobre todo una felicitación al abogar por la industria de la facturación chafa que, después de haber vivido en las
maravillas del paraíso fiscal calderonista-peñista, donde hasta una noche de copas una noche loca y unos shots de tequila podían ser deducibles de impuestos, ahora corren el peligro de convertirse en presos políticos como Chayito Robles, nada más porque la moralina morenista no ve con buenos ojos a las empresas fantasma ni a la documentación fiscal impresa en cartulina Pétalo membretada con Cotonelle.
En su lógica excelsa, los falsificadores y traficantes de facturas apócrifas no constituyen, como es lógico, ni un peligro para México ni mucho menos pertenecen a algún tipo de asociación delictuosa. Digo, mientras el SAT mantenga la pata en el cuello de los contribuyentes cautivos que para eso estamos, qué bueno que el PRIcámbrico temprano y el PAN defiendan a personas y empresas que con toda habilidad han hecho de la evasión fiscal una de las bellas artes. Más cuando la celebración de los respectivos aniversarios de tan notables y patrióticos institutos políticos han sido solo un poquito desangeladas debido a la triste incomprensión a la que han sido sometidos por parte de la ciudadanía votante.
Ya nada más falta que Bárbara de Regil los regañe por echarse unas chelas, solo por hacer gordobics e irse de reventón con mucho ánimo con Montana.
No se vale. Sobre todo porque se trata de una lucha justiciera impedir que se hinchen de lana con la facturación más dudosa que las elecciones en la Cooperativa de Cruz Azul. Una bonita y democrática organización donde uno de sus miembros, el señor Víctor Garcés que armó el escándalo con Peláez, luego de algunas triquiñuelas, le pagan a manera de indemnización un millón 200 pesos para sus chuchulucos. Ojalá y nunca lo agarre el SAT.
Como quiera que sea, me alegra que el humanismo prianista haga hasta lo indecible para que los piratas de la facturación terminen en el tambo junto a Chayito Robles que, tristemente, no consiguió su amparo, maldita sea.
Con Calderón y Peña, hasta una noche de copas era deducible de impuestos