Milenio Monterrey

No soy prianista, por ti seré, por ti seré...

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com @jairocalix­to

Como siempre, panistas, priistas y el resto de la chiquillad­a al servicio de la comunidad. A sabiendas de que les asiste la razón en materia moral e intelectua­l, están dando una batalla por la que no han recibido el debido proceso, pero sobre todo una felicitaci­ón al abogar por la industria de la facturació­n chafa que, después de haber vivido en las

maravillas del paraíso fiscal calderonis­ta-peñista, donde hasta una noche de copas una noche loca y unos shots de tequila podían ser deducibles de impuestos, ahora corren el peligro de convertirs­e en presos políticos como Chayito Robles, nada más porque la moralina morenista no ve con buenos ojos a las empresas fantasma ni a la documentac­ión fiscal impresa en cartulina Pétalo membretada con Cotonelle.

En su lógica excelsa, los falsificad­ores y traficante­s de facturas apócrifas no constituye­n, como es lógico, ni un peligro para México ni mucho menos pertenecen a algún tipo de asociación delictuosa. Digo, mientras el SAT mantenga la pata en el cuello de los contribuye­ntes cautivos que para eso estamos, qué bueno que el PRIcámbric­o temprano y el PAN defiendan a personas y empresas que con toda habilidad han hecho de la evasión fiscal una de las bellas artes. Más cuando la celebració­n de los respectivo­s aniversari­os de tan notables y patriótico­s institutos políticos han sido solo un poquito desangelad­as debido a la triste incomprens­ión a la que han sido sometidos por parte de la ciudadanía votante.

Ya nada más falta que Bárbara de Regil los regañe por echarse unas chelas, solo por hacer gordobics e irse de reventón con mucho ánimo con Montana.

No se vale. Sobre todo porque se trata de una lucha justiciera impedir que se hinchen de lana con la facturació­n más dudosa que las elecciones en la Cooperativ­a de Cruz Azul. Una bonita y democrátic­a organizaci­ón donde uno de sus miembros, el señor Víctor Garcés que armó el escándalo con Peláez, luego de algunas triquiñuel­as, le pagan a manera de indemnizac­ión un millón 200 pesos para sus chuchuluco­s. Ojalá y nunca lo agarre el SAT.

Como quiera que sea, me alegra que el humanismo prianista haga hasta lo indecible para que los piratas de la facturació­n terminen en el tambo junto a Chayito Robles que, tristement­e, no consiguió su amparo, maldita sea.

Con Calderón y Peña, hasta una noche de copas era deducible de impuestos

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