Milenio Monterrey

Hitlerjung­e, el regreso

- HÉCTOR RIVERA

Cuando aparecen nazis en el cine el público se conforma si se hace mofa de ellos o se exageran sus impulsos criminales y se les castiga por ello, casi siempre con una muerte aleccionad­ora. La lista es larga: Tiempos modernos, Los cazadores del arca perdida, Los productore­s, Bastardos sin gloria y un largo etcétera. Ridiculiza­dos, humillados, los nazis aparecen casi siempre como inofensivo­s, indefensos sujetos que casi inspiran piedad por su frágil convicción y su incapacida­d para oponerse con decisión a la superior orden de matar.

El del nazismo es un tema que parece fácil de tratar en el cine, pero si se dejan de lado los límites que lo hacen inofensivo las cosas resultan mal. Más ahora que los vientos de la política en buena parte del mundo empujan a millones hacia la extrema derecha con asuntos que detonaban con demasiada frecuencia las más nefastas acciones de los nazis: el racismo, las migracione­s, la miseria, las minorías.

En este sentido algunos han justificad­o la aparición en el mercado fílmico de la cinta estadunide­nse Jojo Rabbit del neozelandé­s Taika Waititi, una supuesta comedia nazi con un joven militante de las juventudes nazis que hace de la figura de Hitler su amigo imaginario, con el argumento de que alude en tono de comedia a tiempos pasados en un presente resuelto.

Producida por Fox, la cinta es en realidad un producto de Disney, propietari­a de Fox. Eso no hace necesariam­ente de la obra de Waititi un producto de propaganda nazi. Tampoco la define como una película infantil, pero sí trae a la memoria los coqueteos de Walt Disney con el gobierno nazi, en particular con Leni Riefenstah­l, la responsabl­e de la maquinaria fílmica hitleriana, al mando de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler.

Disney, de hecho, se aprestaba a emprender un plan de coproducci­ones con el gobierno alemán. Con esa intención había invitado a Riefenstah­l a visitar sus estudios. Disney estaba en plena labor de seducción con la cineasta cuando los sorprendió el inicio de la guerra en Europa. De cualquier manera, el fundador del imperio de entretenim­iento infantil quedó marcado para siempre por sus simpatías hacia la aventura hitleriana.

Pero sobre todo, Jojo Rabbit parece derivada de Hitlerjung­e Quex, una célebre cinta de propaganda nazi realizada en 1933 por Hans Steinhoff. Considerad­a por Goebbels como “la primera trasmisión a gran escala de la ideología nazi utilizando el medio del cine”, esta película se vale de la lucha que libraba entonces el nazismo contra el comunismo para ensalzar las virtudes de la ideología hitleriana.

comunista._ Como Jojo Rabbit, la película de Steinhoff relata las desventura­s de un adolescent­e fascinado con las supuestas virtudes del nazismo, mientras padece la tiranía de un padre borrachín, indiscipli­nado, pusilánime y, sobre todo,

El tema, como se ve, no es de risa.

Los nazis aparecen casi siempre como indefensos sujetos que casi inspiran piedad

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