En FB, la palabra “amigo” se ha deteriorado
Gracias a Facebook, el significado de la palabra “amigo” se ha deteriorado considerablemente. El diccionario dice que un amigo es alguien que tiene una amistad, y a su vez este término alude a un “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”. La acepción de Facebook es más simple: un amigo es alguien que te regala un like, acto que puede ser en efecto muy personal, pero que también puede ser tan despersonalizado que lo haga un bot.
Cuando llegas en Facebook a un número fijo de “amigos”, que creo es de cinco mil, debes cambiar tu perfil por una página personal. La pregunta es: ¿conoces a alguien que tenga más de cinco mil amigos reales? Eso significaría mucho trato con muchas personas, y a todas luces esas amistades electrónicas son todo menos desinteresadas.
Que se trata de un artefacto falaz lo revela una tendencia que está ganando fuerzas, la de “desamigar” a una persona porque te cayó mal, pensó distinto de ti o escribió algo en contra de (o a favor de) El Peje, por ejemplo. De la mano con esta tendencia está la de mantener un círculo reducido de relaciones o recurrir a plataformas que no parecen empeñadas en sacarte el máximo de información.
En teoría, casi todas las plataformas digitales te permiten administrar tus “amistades”, pero en los hechos la tentación de leer sobre otros es demasiada y pronto la lucha se convierte en una batalla para mantener la privacidad, algo cada vez más difícil de lograr.
Desde luego, hay que recordar que una premisa básica del éxito de internet reside en el hecho de que te permite relacionarte con tus pares. Si eres tímido y solo te gusta ver en televisión viejos episodios de la Señorita Cometa, en internet hay una comunidad de personas que piensan como tú. Pero también, hay que decirlo, así como en internet nadie sabe si eres un perro, el asunto pinta perfecto para que te dibujes mejor de lo que eres. En suma, la cultura digital tiende a formar comunidades de interés cerradas y a fomentar la endogamia mental. En ver de forjar individuos más universales y ecuménicos, la red tiende a convertirnos en miembros de tribus altamente compartimentalizadas que nos permiten la tranquilidad de un diálogo entre pares, pero con pocas variantes.
El reto es, entonces, aprovechar las ventajas que confiere la vastedad de recursos informativos de internet y mantener grupos pequeños, manejables, donde la palabra “amistad” recupere su valor, pero sin perder la apertura al pensamientos distinto, que fertiliza, y no solo al concepto que confirma nuestros prejuicios añejos. Se dice fácil.