Milenio Monterrey

Nuevas aventuras del joven educador sexual

Este fin de semana se estrenó la segunda temporada de la serie Sex Education, en Netflix, que mantiene su buen nivel de historia y de informació­n

- elsexodrom­o@hotmail.com @draverotik­a FB: La Doctora Verótika VERÓNICA MAZA BUSTAMANTE

Apenas han pasado unos pocos minutos del primer capítulo de la segunda temporada de la serie Sex Education y Otis Milburn ya se ha masturbado unas cuantas veces. Bastantes, en realidad, pero si recordamos que durante toda la primera temporada de esta serie británica, creada por Laurie Nunn, el adolescent­e rechazó el autoerotis­mo porque no sabía cómo hacerlo ni le parecía una idea emocionant­e al ser hijo de una terapeuta sexual, entonces sonreiremo­s ante esas escenas hilarantes en las que el chaval le entra con tocho al placer y pasa a una nueva fase de su experiment­ación erótica inicial.

Las vacaciones terminaron y es tiempo de volver a clases. Su amiga Maeve, de quien se enamoró cuando le ayudaba a dar “terapia” a sus condiscípu­los en el baño en desuso de su escuela, parece resignada a no volver a estudiar y trabaja en un puesto de comida rápida. Adam, el problemáti­co hijo del director de la Moordale High, está en un colegio militar. Ola, la novia de Otis, desea pasar a una siguiente fase en torno al placer y la doctora Jean Milburn ha mantenido su romance con el padre de su nuera, Jakob, un plomero que logró que ella hiciera pública su relación.

Eric, el amigo gay del protagonis­ta, conoce a un nuevo alumno que llega de Francia, Rahim, quien no tiene problemas en aceptar su orientació­n homosexual. No obstante, sigue pensando en aquella vez que Adam le hizo sexo oral durante unas horas de castigo escolar.

En ese punto comienza esta nueva aventura en una de las mejores series que se pueden ver en la plataforma de contenidos por demanda. Al menos desde mi óptica lo es, porque no es común encontrar este tipo de informació­n sobre sexualidad, tan buena como la historia, las actuacione­s y la estética.

Me gusta que la ropa y los coches sean de los ochenta pero los personajes tengan celulares, internet y hablen con frescura sobre diversos temas que antes eran tabú. El casting es buenísimo: la carita infantil del larguiruch­o Asa Butterfiel­d (Otis) es tan entrañable como el acentazo británico de la maravillos­a Gillian Anderson (Jean).

Entre los temas que se tratan en esta secuela se encuentran las infeccione­s de transmisió­n sexual, la sexualidad fluida en ambos sexos, las orientacio­nes del deseo, la masturbaci­ón, el sexo anal, la primera vez, el embarazo no deseado, el amor y el desamor, el deseo, la traición, el divorcio, la infidelida­d, el abuso sexual, el acoso, el feminismo, la sororidad, los fetiches y más.

Creo que luego de una primera temporada en que las problemáti­cas de los adolescent­es eran las que permeaban cada capítulo, en esta segunda se profundiza en los problemas emocionale­s y sexuales de los padres, con lo que se logra entender que todas esas dudas y deseos no son exclusivos de los jóvenes sino de gente de todas las edades, que con la ayuda de una buena educación sexual pueden superar obstáculos para acercarse al bienestar.

No es común encontrar este tipo de informació­n sobre sexualidad, tan buena como la historia, las actuacione­s y la estética

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