Nuevas aventuras del joven educador sexual
Este fin de semana se estrenó la segunda temporada de la serie Sex Education, en Netflix, que mantiene su buen nivel de historia y de información
Apenas han pasado unos pocos minutos del primer capítulo de la segunda temporada de la serie Sex Education y Otis Milburn ya se ha masturbado unas cuantas veces. Bastantes, en realidad, pero si recordamos que durante toda la primera temporada de esta serie británica, creada por Laurie Nunn, el adolescente rechazó el autoerotismo porque no sabía cómo hacerlo ni le parecía una idea emocionante al ser hijo de una terapeuta sexual, entonces sonreiremos ante esas escenas hilarantes en las que el chaval le entra con tocho al placer y pasa a una nueva fase de su experimentación erótica inicial.
Las vacaciones terminaron y es tiempo de volver a clases. Su amiga Maeve, de quien se enamoró cuando le ayudaba a dar “terapia” a sus condiscípulos en el baño en desuso de su escuela, parece resignada a no volver a estudiar y trabaja en un puesto de comida rápida. Adam, el problemático hijo del director de la Moordale High, está en un colegio militar. Ola, la novia de Otis, desea pasar a una siguiente fase en torno al placer y la doctora Jean Milburn ha mantenido su romance con el padre de su nuera, Jakob, un plomero que logró que ella hiciera pública su relación.
Eric, el amigo gay del protagonista, conoce a un nuevo alumno que llega de Francia, Rahim, quien no tiene problemas en aceptar su orientación homosexual. No obstante, sigue pensando en aquella vez que Adam le hizo sexo oral durante unas horas de castigo escolar.
En ese punto comienza esta nueva aventura en una de las mejores series que se pueden ver en la plataforma de contenidos por demanda. Al menos desde mi óptica lo es, porque no es común encontrar este tipo de información sobre sexualidad, tan buena como la historia, las actuaciones y la estética.
Me gusta que la ropa y los coches sean de los ochenta pero los personajes tengan celulares, internet y hablen con frescura sobre diversos temas que antes eran tabú. El casting es buenísimo: la carita infantil del larguirucho Asa Butterfield (Otis) es tan entrañable como el acentazo británico de la maravillosa Gillian Anderson (Jean).
Entre los temas que se tratan en esta secuela se encuentran las infecciones de transmisión sexual, la sexualidad fluida en ambos sexos, las orientaciones del deseo, la masturbación, el sexo anal, la primera vez, el embarazo no deseado, el amor y el desamor, el deseo, la traición, el divorcio, la infidelidad, el abuso sexual, el acoso, el feminismo, la sororidad, los fetiches y más.
Creo que luego de una primera temporada en que las problemáticas de los adolescentes eran las que permeaban cada capítulo, en esta segunda se profundiza en los problemas emocionales y sexuales de los padres, con lo que se logra entender que todas esas dudas y deseos no son exclusivos de los jóvenes sino de gente de todas las edades, que con la ayuda de una buena educación sexual pueden superar obstáculos para acercarse al bienestar.
No es común encontrar este tipo de información sobre sexualidad, tan buena como la historia, las actuaciones y la estética