Aprender a amar
¿Qué se ama cuando se ama?” escribió el chileno Gonzalo Rojas (1916-2011) en el poema del mismo nombre, y es precisamente el amor lo que hace caer a los seres humanos en un viaje lleno de emociones para encontrarlo a lo largo de su existencia.
El amor se aprende gracias al apego que va emergiendo en los primeros meses de vida ligado a las funciones de supervivencia que apoyan el despliegue del desarrollo psíquico, así como los aspectos socioemocionales, donde se constituirán las habilidades afectivas del nuevo sujeto.
El prototipo del amor lo buscará a través de la mirada del otro, quien le reflejará su imagen porque le está impedido verse a sí mismo, aquí sucede el momento cumbre: surge el lazo afectivo.
Eso llamado amor requiere continuidad y esfuerzo, irrumpe la paz del amante, inquietándolo de una forma que se ve inmerso en el mundo del amado, quien lo intriga y lo colma.
Amar también requiere de una voluntad, se debe ser un emprendedor para desarrollar las habilidades al gestionarlo en el camino de sentir placer, bienestar y lo más importante: obtener reciprocidad.
Todo sería felicidad si no fuera porque las estadísticas indican que no todos se vinculan por amor.
Como ejemplo, la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh, 2016) muestra que del total de mujeres de 15 años o más que han tenido una relación de pareja, sólo el 61.1 por ciento se encuentran casadas o en unión libre, de la mayoría de éstas el 85.4% fue por amor, pero el 8.5 fue por un embarazo no deseado y el 1.9 fue porque querían salirse de su casa.
“Si deseamos aprender a amar será preciso tomar conciencia que el amor es un arte, tal como es un arte vivir, la música o la medicina”, señaló el psicólogo alemán Erich Fromm.
No sería mala idea crear la universidad del amor donde se pueda guiar en el proyecto más importante de la vida: amar y ser amados... y aunque pudiera ser una utopía, todo lo que ayude a lograrlo es bienvenido.