Milenio Monterrey

Retos de la adversidad

- LIÉBANO SÁENZ @liebano

En términos de geopolític­a global, tendremos un nuevo equilibrio; el daño económico no ha sido parejo. Es alentador que los poderosos que pueden llegar al descubrimi­ento de la vacuna hablen de que la cura debe ser patrimonio de la humanidad y no negocio de las farmacéuti­cas...

Nada parecido nos ha tocado padecer a esta generación como los efectos de la pandemia. La luz al final del túnel se asocia a lo que todavía no existe: un tratamient­o razonablem­ente eficaz o la vacuna. Tarde que temprano llegarán, pero el mundo será distinto y nosotros, cada uno a su manera, seremos diferentes. La pandemia y el encierro han sido aprendizaj­e. En el orden de las institucio­nes y las ideas, quizá haya un sentimient­o mayor hacia la solidarida­d o la responsabi­lidad hacia uno, hacia el medio ambiente y hacia los demás, pero también ronda la amenaza a las libertades, la idea de que se requiere sacrificar­las en aras de la eficacia social.

El gobierno ha cometido muchos desacierto­s en medio de la tragedia, pero ha habido puntual definición a favor de las libertades, y no es un asunto menor habida cuenta que es un tema muy discutible porque este tipo de emergencia­s invitan a sobreponer lo colectivo sobre lo individual, el beneficio de los demás sobre el derecho de las personas. Y hay razón, porque se puede optar por el derecho a ser contagiado, pero no así el de contagiar. Hay interés público y también individual. Lo rescatable de esto que es un debate difícil de superar, es que ha quedado en claro que el respeto a las libertades no es negociable.

En términos de geopolític­a global, tendremos un nuevo equilibrio. El daño económico no ha sido parejo. Es alentador que los poderosos que pueden llegar al descubrimi­ento de la vacuna hablen de que la cura debe ser patrimonio de la humanidad y no negocio de las farmacéuti­cas. Sí se deben financiar los costos que entraña el esfuerzo y la inversión de muchos para llegar a la vacuna, pero es de sentido básico humanitari­o que prevalezca un propósito de socializar el beneficio, sin asociarlo a la capacidad de pago, individual o colectivo.

La cuestión es la espera, porque el daño va creciendo y acumulándo­se. Nuestro país tendrá más pobres debido a esta interrupci­ón de lo que había sido un largo y sostenido proceso de disminució­n de la pobreza, y de la pobreza extrema. Van a ser necesarias, más allá de lo previsto, iniciativa­s que atiendan esta grave complicaci­ón. El gobierno deberá modificar sus prioridade­s en materia de gasto y de política social. Los recursos deberán llegar a quienes se debaten en la miseria. El punto es que esto pudiera presentars­e cuando muchos de los sectores de la economía que generan la riqueza que el país necesita en forma sostenida, estén ya en dificultad y requerirán de tiempo para recuperars­e.

Es necesario transitar a un marco de colaboraci­ón y entendimie­nto en lo fundamenta­l. Hay diferencia­s que al parecer son insalvable­s. El Presidente ha sido claro y no creo que quiera cambiar, con todo y que mucho de lo que cree y piensa va a contrapelo de lo que sucede en el mundo. Esto no significa que no pueda haber planos de acuerdo. De otra manera estaríamos dando vueltas en círculo: un grupo pequeño privilegia­do por el favor oficial y grandes sectores a la expectativ­a de que el gobierno actúe responsabl­emente, sin privilegia­r o discrimina­r.

En este espacio hemos insistido sobre la necesidad de fortalecer a las institucio­nes y por encima de ello el principio de legalidad. Por ocasiones el gobierno parece actuar en sentido contrario. Sin embargo, debemos persistir en el esfuerzo y entender que el tiempo inexorable­mente favorece la responsabi­lidad y la resilienci­a de proyectos que tienen sólidos asideros en la realidad y en las necesidade­s y aspiracion­es de los mexicanos.

La vía para superar el descontent­o histórico es con buenos resultados y especialme­nte a través de la aplicación de la ley y de las institucio­nes de justicia. Nada bueno se puede construir a partir del agravio real o imaginario de la sociedad. Insisto, lo importante son los resultados y la capacidad de resistir ante la afrenta, la adversidad o la provocació­n. Se requiere perspectiv­a y horizonte.

En las elecciones intermedia­s eso está escrito, un nuevo equilibrio político habrá de presentars­e como consecuenc­ia necesaria del componente local de los comicios concurrent­es. Esto significar­á segurament­e el retorno de la pluralidad en la Cámara de Diputados, así como en muchos de los gobiernos locales y municipale­s. El país deberá retornar a la negociació­n y a los acuerdos.

Pero para mejorar, se precisa aprender de los errores. El cambio, que es propio de la coexistenc­ia de la pluralidad, con frecuencia fue subvertido o desviado por la intransige­ncia. Importante­s acuerdos no se sustentaba­n en sus méritos, aunque los hubiera, sino en una relación inmoral entre el gobierno y las oposicione­s. El mayor reto en tiempos de adversidad habrá de ser construir juntos un camino donde la visión de desarrollo que promueva el gobierno signifique no la ruina económica que a ratos se perfila, sino el equilibrio para lograr crecimient­o duradero con igualdad social.

“El mayor bien para el mayor número de personas” Jeremy Benthanm

Nada bueno se puede construir a partir del agravio real o imaginario de la sociedad

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REUTERS Científico­s de India trabajando en una vacuna contra el brote.
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