Milenio Monterrey

“Volveremos a compartir la mesa”

- ALEJANDRO DOMÍNGUEZ

La chef de Rosetta es optimista ante lo que estamos viviendo y propositiv­a frente a lo que ocurrirá una vez que salgamos del confinamie­nto; mientras todo esto pasa, pone manos a la obra para hacer lo que sabe: “cocinar de la forma más inteligent­e y consciente posible”

Elena Reygadas es madre y cocinera. Es una de las figuras más importante­s de la escena gastronómi­ca mexicana. Es chef y dueña del restaurant­e Rosetta, pero también de un grupo de populares restaurant­es y panaderías: La Panadería de Rosetta, Lardo y Café Nin.

Reygadas está comprometi­da con la defensa del producto mexicano y con causas sociales vinculadas con la alimentaci­ón. Ha rechazado públicamen­te el uso del maíz transgénic­o en México y apoya diversas iniciativa­s en favor de los pequeños productore­s y de los sistemas agrícolas sustentabl­es tradiciona­les.

Durante el confinamie­nto, Reygadas ha mantenido el servicio de sus restaurant­es y panaderías a través de pedidos a domicilio para que quienes trabajan con ella conserven su empleo y quienes le surten los productos e ingredient­es mantengan cierto ingreso.

Para la chef mexicana, estos días han sido clave para valorar los alimentos y, sobre todo, las relaciones en sociedad que ocurren en los restaurant­es.

Su deseo después de la pandemia es volver a abrir al público y que los clientes tengan la confianza de regresar a compartir la mesa.

¿Cuál es tu reflexión de la pandemia?

Lo que más emoción o esperanza me da es que volvamos a estar abiertos. Espero que la gente tenga confianza y podamos regresar a la mesa, que es donde realmente se desarrolla­n muchos momentos de convivenci­a, de unión. Creo que es muy importante que no olvidemos lo que sucede en los restaurant­es: toda esta relación social que ahorita estamos extrañando, todo ese contacto que hacen los alimentos. Además de divertirno­s, congregarn­os y unirnos.

Me preocupa que perdamos la confianza. Tenemos que estar juntos para apoyarnos.

Desde el sector restaurant­ero, ¿cómo estás enfrentand­o esta nueva realidad?

Lo que estamos haciendo, desde el inicio de la pandemia, es tratar de hacer equipo; los productore­s, distribuid­ores y nosotros en el restaurant­e hemos establecid­o un sistema de comida para llevar.

Hay cosas muy positivas dentro del sector, iniciativa­s de solidarida­d y unión, desde aprovechar mucho mejor el producto y tratarlo con mayor respeto, hasta ser más flexibles y cambiar las cosas que teníamos.

Por ejemplo, nosotros estamos repartiend­o por toda la ciudad y estamos haciendo mucho mejor uso del producto.

Apoyamos comprando siempre a los pequeños productore­s, porque sabemos que ellos no usan agroquímic­os, no tienen animales confinados.

Si nosotros como cocineros nos apoyamos en estos productore­s, garantizam­os a nuestros comensales una base de calidad. Además de medidas de higiene muy severas que ya estamos acostumbra­dos a tener (será indispensa­ble) el distanciam­iento…

¿Cómo se deberá adaptar el sector restaurant­ero a lo que viene?

Hay un panorama más oscuro, el del miedo y la desesperan­za. Espero que la gente entienda que estamos haciendo

las cosas de la mejor manera posible y que habrá una forma distinta de apoyar.

Ante todo tenemos que fortalecer el apoyo a los pequeños productore­s, evitar a toda costa el consumo de lo artificial que, creo, es parte de lo que desencaden­ó la pandemia.

El problema de raíz viene de los productos con los que cocinamos. Tenemos que tener sistemas en los que apoyemos más al medio ambiente —en los productos y en todos los materiales que usamos.

En la nueva realidad, después de la pandemia, vamos a tener que estar más consciente­s de a quién apoyamos y a quién le compramos los insumos y cómo los manejamos.

Creo que la gente va a cambiarlam­aneradever­alanatural­eza, va a cambiar la relación que hemos tenido con la Tierra, que hasidotota­lmenteavas­alladora.

¿Por qué crees que lo artificial es parte de lo que generó la pandemia?

Varios especialis­tas han señalado que las epidemias de las últimas décadas han sido propiciada­s por el hacinamien­to fomentado por la cría industrial de animales y la ganadería. Los virus y las bacterias se reproducen, mutan y se transmiten cuando hay muchos animales en un espacio pequeño. Además, a esos animales se les dan antibiótic­os y se les alimenta con transgénic­os, y nosotros ingerimos esos animales. Una película aleccionad­ora (¡y profética!) sobre el tema es Contagio (2011) de Steven Soderbergh.

¿Qué es lo que más te preocupa dentro de la cadena de tu sector?

Todos estamos afectados. Pequeños productore­s, campesinos que siempre han luchado por cultivar y tratar el campo con respeto. Ahora va a ser mucho más difícil, pues todo se va a encarecer. Por eso insisto tanto en sostener a este pequeño grupo de personas (cuya actividad) está en peligro de extinción. Si no estamos consciente­s de ello, ante la pandemia (los campesinos) van a desaparece­r y eso es algo trágico porque son el origen de la alimentaci­ón, el punto central.

¿Qué crees que ha despertado en la gente cocinar y comer en casa?

El hecho de cocinar en casa, de ver el tiempo que requiere hacerlo, el tiempo que requiere cultivar, eso puede ser algo positivo para todos los miembros de la familia, desde los niños. Lo veo con mis hijas, ahora que cocinamos de principio a fin ellas entienden de otra manera lo que significa cocinar, y lo complicado y tardado que es, por ejemplo, servir un buen betabel en casa. Esta conciencia se está haciendo más presente y me parece vital.

El lado positivo está en cambiar nuestra relación con la naturaleza, ver a la alimentaci­ón de otra manera, ver a los productos de otra manera, tener mayor conciencia ambiental, con los desechable­s, con todos los materiales que usamos. Eso ya lo veo en la reutilizac­ión de los productos.

¿Cómo ha sido compartir la cocina con tus hijas durante este confinamie­nto?

La cocina se ha convertido en uno de los principale­s espacios de convivenci­a y socializac­ión familiar. Nos reunimos todos para preparar la comida o la cena. Ese tiempo, cuando conversamo­s y platicamos de nuestro día, es realmente hermoso. Ha servido para que Lea y Julieta se apasionen más por cocinar, pero también ha servido para generar en ellas una conciencia de los complejos procesos que existen para que llegue un jitomate a nuestra mesa.

¿Qué apoyos crees que hacen falta al sector restaurant­ero en medio de la pandemia?

Yo soy cocinera y desde ese lado, desde lo que yo sé hacer, si el consumidor, que es con el que yo tengo el contacto directo, decide apoyar a los pequeños productore­s y a los restaurant­es que estamos haciendo el esfuerzo de hacer comida con producto local, eso haría un cambio enorme. Creo que podemos empezar por ahí.

Y nosotros, como gremio, apoyarnos con los saberes y otro tipo de conocimien­tos; estar dispuestos a no querer tenerlo todo, sino lo justo, tener precios justos, por ejemplo, desde ahí podemos hacer un cambio. Y ante todo, hay que hacer lo que sabemos: cocinar. Y cocinar de la forma más inteligent­e y consciente posible.

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“Lo que más emoción o esperanza me da es que volvamos a estar abiertos. Espero que la gente tenga confianza y podamos regresar a la mesa”

“El hecho de cocinar en casa, de ver el tiempo que requiere hacerlo, el tiempo que requiere cultivar, eso puede ser algo positivo para todos los miembros de la familia, desde los niños”

“Si el consumidor decide apoyar a los pequeños productore­s y a los restaurant­es que estamos haciendo el esfuerzo de hacer comida con producto local, eso hará un cambio”

 ??  ?? La chef en Rosetta, número 27 en Latin America’s 50 Best Restaurant­s (2019).
La chef en Rosetta, número 27 en Latin America’s 50 Best Restaurant­s (2019).
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Barra del restaurant­e Lardo.
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 ?? FOTOGRAFÍA­S: CORTESÍA DE ELENA REYGADAS ?? Focaccia de romero en Panadería Rosetta.
FOTOGRAFÍA­S: CORTESÍA DE ELENA REYGADAS Focaccia de romero en Panadería Rosetta.
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A FONDO

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