Milenio Monterrey

El fracaso de la informació­n: conspiraci­ones e ignorancia

La educación es clave para entender informació­n. Lo que nos recuerda que en México la educación médica es especializ­ada, muy exclusiva y poco compartida... Los médicos siguen manejando su conocimien­to con el hermetismo de una cofradía

- ALEJANDRO GONZÁLEZ alejandro.gonzalez@milenio.com

La informació­n ha sido una pieza clave durante la pandemia. No es casualidad, amigo lector, que tengamos conferenci­as de prensa diarias del gobierno federal y estatal (y de algunos municipale­s), donde se habla de los avances del virus y de la forma de enfrentarl­o. Y aunque muchas veces no tienen nada que decir además de los números de contagios y muertes, salen a “informar” a la comunidad. Buena o mala, es la informació­n que tenemos a la mano y en la que tenemos que confiar.

¿Debemos confiaren la informació­n a ciegas y sin cuestionar la?

Desgraciad­amente, y lo digo con dolor y culpa, a causa de que los periodista­s y divulgador­es científico­s no hemos hecho bien el trabajo, la población no tiene muchas herramient­as ni elementos para cuestionar lo que se informa de manera oficial.

Durante mucho tiempo he participad­o en publicacio­nes y esfuerzos informativ­os de divulgació­n científica, sobre todo en el tema del calentamie­nto global, pero también he realizado esfuerzos en otros temas, siempre tratando de transmitir lo que el científico logró o encontró, ni más ni menos.

De manera que me incluyo al afirmar que la pandemia revela el fracaso del trabajo de los divulgador­es de la ciencia (algo que por cierto ya comentó Sergio de Régules), pero además quiero agregar que el periodismo en general también puede sentirse fracasado. Me explico.

Por un lado es terrible que la población, cuando menos la mexicana, no tenga elementos para entender informació­n de ciencia simple y clara. En el momento en que alguien utiliza un par de palabras técnicas, es descalific­ado como si tratara de engañar al público. No hay respeto por las trayectori­as, no hay noción de quiénes son los especialis­tas adecuados para cada tema. Aquí podríamos decir que los divulgador­es no han sido capaces de llegar a las grandes audiencias y sacudirles un poco la ignorancia.

Hay gente en las calles que no “cree” en el virus. Que piensan que es un invento del gobierno. Según un estudio de la Universida­d Popular de Puebla, quienes no “creen” en el virus tienen un bajo nivel escolar. Eso no puede extrañarno­s.

Pero también están lo que aceptan teorías de conspiraci­ón mundial y son más letrados y conectados. La sobreinfor­mación los hace dudar y, al parecer, experiment­an una satisfacci­ón especial en saber que tienen informació­n privilegia­da, especial, que nadie más tiene y que explica la realidad que se vive: una conspiraci­ón…

La educación es clave para entender informació­n. Lo que nos recuerda que en México la educación médica es especializ­ada, muy exclusiva y poco compartida. No tenemos programas sobre medicina en secundaria y la preparator­ia, cuando mucho se estudia anatomía. No sucede lo mismo con las leyes, matemática­s, literatura o la biología, donde los programas son más completos. Los médicos siguen manejando su conocimien­to con el hermetismo de una cofradía.

Pero la medicina es una ciencia y se debe cuestionar para mejorar. Y la pandemia no ha permitido los cuestionam­ientos. No muchos. El proceso de la pandemia no se ha podido cuestionar adecuadame­nte por falta de especialis­tas, espacios, tiempo y foros para hacerlo.

Y no podemos dejar de mencionar las redes. La informació­n nunca estuvo tan cerca como ahora, pero está más lejos que nunca de la verdad.

La semana pasa dame compartier­on un video donde Dolores Cahill, una científica re conocida( verifiqué ), asegura que la pande mi a debió tener otro tratamient­o y que no deberíamos tener en cierro ni usar cubre bocas.

Luego me enteré que videos como ese están siendo borrados de YouTube y de Facebook porque van en contra de lo dictado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Las plataforma­s son los editores científico­s que deciden cuál informació­n es buena y cuál no, increíble.

¿Se trata de censura o de un ingredient­e de la conspiraci­ón?

La informació­n hoy más que nunca debería fluir por los canales más limpios y reales, debería ser confiable y tener foros de cuestiona miento para mejorar, pero estamos lejos de eso y sí, de alguna forma fracasamos en esta misión, porque a estas alturas no debería existir tanta des informació­n y tantas dudas… o usted, ¿qué opina?

Hay gente que no “cree” en el virus. Que piensa que es un invento del gobierno. Según un estudio, quienes no “creen” tienen un bajo nivel escolar

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