Guía de ruta al golpe
La desmovilización social que ha producido la cuarentena pasará factura al amloísmo que así lo permitió
Circula en internet una hoja de ruta confeccionada –de ser cierta la especie y no resultar falsa–, por quien fuera un intelectual orgánico del régimen prianista, al efecto de sacar de la presidencia de la República al hoy presidente López, unos dos años antes de que concluya su sexenio. Una ruta al golpe que pasa por tomar la mayoría en el Congreso y por la captura del presupuesto para desarticular todos planes y proyectos de la 4T.
Buscarían así paralizar al poder Ejecutivo y neutralizar sus remanentes por un poder Judicial nunca completamente afín a la 4T. Regresarían las peores mañas del prianismo y cercarían a AMLO, quien de no replegarse a sus designios, vería producirse una crisis constitucional o bien no le quedaría más que renunciar al cargo.
Para fundamentar su viabilidad la propuesta hace acopio del hecho que más que nunca la prensa–huérfana de subsidio–se agolpa diario contra AMLO contribuyendo al desconcierto y temor que la adversidad ha producido en algunos sectores sociales por la insidia mediática de bots sobre la pandemia virológica.
Propuesta que niega el cambio democrático que se otorgó el país en las últimas elecciones, cercenándolo de tajo, y se adorna a sí misma de civilidad al no llamar a un golpe militar (aunque eventualmente deberá contar con el Ejército de su parte ), si bien a uno relativamente “institucional”. Los nuevo padres salvadores de la patria y su evangelio sería el denominado círculo rojo, ensoberbecidos en su diaria proclama de lo que “debería hacer” AMLO y por qué de no hacerlo empina al país al abismo.
Los votantes que hagan el hipotético cambio en la composición del Congreso, si los amloístas lo permiten, serán la clave en estos planes. Y para lograr su participación no se recurrirá a ningún compromiso de futuro, ni siquiera alguno retórico (igualdad, libertad, justicia), nada de eso.
Por el contrario la masa, la plebe, los desposeídos serán más que nunca carne de cañón. Guardan por ahora su estrategia para la dirección propuesta, pero las condiciones de sumisión y sometimientoestán dadas a partir de la pandemia que ha dejado fértil el terreno: no permitir multitudes en adelante será pretexto para no convocar ciudadanos en protesta. La desmovilización social que ha producido la cuarentena pasará factura al amloísmo que así lo permitió.
El vacío de poder que AMLO delegó en algunos gobernadores ha sido hábilmente llenado. En su pretendido afán de no querer confrontarlos, López Obrador terminó cediendo en ellos gruesas porciones de su política en salud y por ende de poder, incluidos cuantiosos recursos económicos solicitados vía empréstitos internacionales por las ya de por sí endeudadas entidades. En la paradoja el gobierno federal se restringió hasta la obsesión de adquirir más deuda, mientras los estados continuaron haciéndolo a placer.
Buena parte de estos capitales servirán para afianzar sus cotos de poder y robustecer no tanto sus erarios estatales como sus bolsillos personales.
El otro extremo de la pinza será el autoritarismo que florecerá sin que AMLO pueda hacer ya mucho por atenuarlo. Se ha instalado en buena parte del inconsciente colectivo la ecuación de que salud implica perder, de manera ineludible, la libertad y los derechos constitucionales.
Los gobernadores y toda la ralea de funcionarillos abajo de ellos –con algunas excepciones– serán instrumentado res, ejecutoresy verdugos de las tácticas de terror sanitario para mantener sometida a la población.
Todo esto tendrá enormes repercusiones en planes golpistas si el propio AMLO, Morena y la sociedad civil que los acompaña no los desarticula y mientras más pronto, mejor.