Milenio Monterrey

Ebrard, Sheinbaum y Slim

Tenemos al canciller, a la jefa de Gobierno de Ciudad de México y al empresario más rico e influyente del país enredados en el asunto de los pernos y la soldadura. En los siguientes días se conocerá el informe y, supone Gilga, habrá responsabl­es

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Mal sin bien, si van a acusar a 30 funcionari­os menores, será como no culpar a nadie

Tercia de ases. De que los pernos no estaban bien soldados. La trabe cedió y un tramo elevado del Metro se vino abajo. En la estación Olivos, allá en Tláhuac, murieron 26 personas y hubo más de 70 heridos. Su periódico MILENIO lo había adelantado en una edición de días atrás. Una investigac­ión del New York Times repitió más o menos la misma versión publicada en estas páginas. El canciller Marcelo Ebrard respondió al diario, pero el periódico ni bu le dijo. Claudia Sheinbaum negó que se hubiera filtrado informació­n alguna desde su gobierno. Por su parte, el Presidente dijo que sí había filtracion­es, que era inevitable que las hubiera aquí y en China, o como se diga. Del mismo modo y por primera vez con claridad meridiana, salió a relucir el nombre de Carlos Slim, una de cuyas empresas se encargó de construir el tramo elevado donde ocurrió la tragedia.

Así las casas (muletilla patrocinad­a por Bartlett Chu-chu-chú) tenemos al canciller Ebrard, a la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y al empresario más rico e influyente del país enredados en el asunto de los pernos y la soldadura: que si había que inaugurar con la velocidad del rayo, que si las arañas. En los siguientes días se conocerá el informe y, supone Gilga, habrá responsabl­es. Ahora mal sin bien, si van a acusar a treinta funcionari­os menores, será como no culpar a nadie. Lo que son las cosas y los casos: las figuras de dos posibles precandida­tos del Presidente y de Morena a la Presidenci­a han quedado desportill­adas.

Bartlett Chu-chu-chu enfadado

De la redacción de su periódico MILENIO ha llegado al amplísimo estudio una misiva de la Comisión Federal de Electricid­ad firmada por su director Bartlett Chu-chu-chu en respuesta a las palabras que le dedicó ayer Gilga en esta página del fondo.

El señor de la luz está enchilado. Gamés se preguntaba si Bartlett Chu-chuchu formaba parte de la clase media. Un poco sin querer Gamés dijo que antes que nada este alto funcionari­o era un pillo. Para retocar su reputación, el director de la Comisión Federal de Electricid­ad acudió al tumbaburro­s de la Real Academia Española y citó sin faltar a la verdad: pillo significa “persona pícara y hábil para engañar a los demás”.

Las cosas como son: Gil es un redactor incapaz de alterar una elección como lo hizo Bartlett Chu-chu-chu en 1988; Gilga es un redactor que no tiene, por desgracia, veinte casas, o las que sean, puestas en la sombrita patrimonia­l y Gamés no destruirá, como lo hace ya el ciudadano director, a la Comisión Federal de Electricid­ad. Podríamos referirnos a la colección de trapacería­s con las que ha construido su vida pública el licenciado, pero sería tedioso. Ahora mal sin bien y como diría el clásico: bueno, pero no se enoje.

O sea y como siempre, Gilga se ha quedado corto, pero pillo sí es el licenciado de acuerdo a la definición que él mismo nos trae de la RAE. Y con qué cinismo defiende sus pillerías este señor. No falta en la carta una mención a la CFE, “empresa del pueblo mexicano” que según él “rescata”. Siga rescatando, no deje.

El campo de juego

La verdad sea dicha (muletilla patrocinad­a por el Presidente y Morena), hay asuntos mucho más importante­s que don Bartlett Chu-chu-chu, como por ejemplo la Eurocopa y la Copa América.

Gil vio a un equipo español más bien flojo enfrentar a la selección sueca, un cubo de cemento armado al que para hacerle un gol es preciso torturar a su defensa de once hombres. Pero cuidado, hay un jugador sueco: Alexander Isak, 21 años, mide 1 metro 92 centímetro­s, lleva el número 19 en la dorsal: un fenómeno. Empataron a ceros.

Ah, la molicie. Gamés vio también Argentina contra Chile en la Copa América. Un empate seco a uno hasta que aterrizamo­s en el planeta Messi y vimos un gol de tiro de distancia de fantasía. En la Eurocopa ocurrirán 51 partidos, ¿cuántos verá Gilga? Adivinen.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Ramón Pérez de Ayala: “Cuando la estafa es enorme ya toma un nombre decente”.

Gil s’en va

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