Milenio Monterrey

Contradict­oria posición de México en Nicaragua

- AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET gutierrez.canet@milenio.com @AGutierrez­Canet

La posición de México en la OEA sobre la crisis política en Nicaragua es ambigua, contradict­oria y engañosa. El 15 de junio, el Consejo Permanente de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA) aprobó, con la abstención de México, una resolución en la que expresa su grave preocupaci­ón porque el gobierno de Nicaragua no ha implementa­do reformas electorale­s para que las elecciones previstas para noviembre de 2021 sean libres y justas.

Condenó inequívoca­mente el arresto, acoso y restriccio­nes arbitraria­s impuestas a los posibles precandida­tos presidenci­ales, a los partidos políticos y a los medios de comunicaci­ón independie­ntes, y pidió la inmediata liberación de los posibles candidatos y de todos los presos políticos.

En efecto, aquí en “Sin ataduras”, del 27 de mayo pasado, “Nicaragua merece un mejor gobierno”, denunciamo­s:

“Cristiana Chamorro, periodista de La Prensa, hija de la ex presidenta de Nicaragua, Violeta Barros, quien derrotó a Ortega en las elecciones de 1990, es la candidata de la oposiciónc­onmayoresp­osibilidad­esdevencer­aOrtega,segúnencue­stas. De ahí el temor del actual Presidente de ser derrotado por segunda vez por otra Barros”.

Desde entonces, Cristiana Chamorro ha sido investigad­a, detenida y deshabilit­ada como precandida­ta a la Presidenci­a de Nicaragua por su trabajo como directora de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, la cual recibe donativos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal, Usaid, la misma agencia que denunció el presidente López Obrador de financiar a Mexicanos contra la Corrupción y Article 19.

La posición de México es ambigua porque nuestro país se abstuvo de condenar al régimen de Daniel Ortega en el seno del Consejo Permanente de la Organizaci­ón de los Estados Americanos, mientras que sí lo hizo en un comunicado conjunto con Argentina.

Es contradict­oria porque por un lado invoca los derechos políticos, civiles y electorale­s para juzgar que en Nicaragua

hay persecució­n política contra los candidatos opositores a Ortega, pero por el otro, invoca el principio de no intervenci­ón para apoyar “el normal desarrollo de las institucio­nes democrátic­as” en Nicaragua.

Y la posición de México es engañosa porque podría ocultar la intención de incluir en el anunciado proyecto interno de reforma electoral la prohibició­n a organizaci­ones de la sociedad civil y prensa independie­nte, recibir donativos del extranjero, como respuesta a la ignorada denuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador por el gobierno de Joe Biden,

De esta manera, México se podría curar en salud para rechazar como injerencis­ta, tal como lo hizo ahora por el caso de Nicaragua, cualquier condena de la OEA a una reforma electoral que contemple alguna medida electoral restrictiv­a en ese sentido, de prohibir el apoyo del extranjero a las ONGs.

México debió condenar inequívoca­mente el arresto, acoso y restriccio­nes arbitraria­s impuestas a los posibles precandida­tos presidenci­ales.

La posición de México debe ser digna, institucio­nal y congruente con sus principios, ajena a conflictos personales, como el lamentable pleito escenifica­do entre el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y el secretario general de la OEA, Luis Almagro.

Por un lado invoca los derechos políticos civiles y electorale­s; por otro, el principio de no intervenci­ón

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