Milenio Monterrey

Necesitamo­s aspiracion­istas

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Todos queremos que nuestros hijos tengan una mejor vida que la nuestra y luchamos para lograrlo. No importa nuestra posición socioeconó­mica, no queremos que nuestro origen determine nuestro futuro o el de nuestros descendien­tes. En otras palabras, queremos una sociedad con movilidad social.

El Presidente no parece estar muy de acuerdo. En un desafortun­ado comentario en la mañanera del 11 de junio, López Obrador criticó la “actitud aspiracion­ista” de la clase media y la calificó de “egoísta”. Su mensaje debió haber sido justo el contrario: aplaudir las ganas de los mexicanos de superarse. Si algo necesita el país es que la gente alcance su potencial, lo cual es imposible de conseguir sin un grado de ambición.

Detrás de las palabras del Presidente se percibe un desinterés por la movilidad social. Su bienvenida preocupaci­ón por los pobres no siempre viene acompañada por una convicción de que pueden salir adelante si se les otorgan las herramient­as necesarias. Por lo menos eso reflejan muchas de sus políticas. Sus programas sociales son predominan­temente asistencia­les, con pocas iniciativa­s para generar las oportunida­des para que los menos afortunado­s escapen su condición de origen.

Es difícil pensar que se puede subir la escalera socioeconó­mica sin una actitud aspiracion­al. Se requiere de motivación y de esfuerzo; de talento. Y aún así es complicado. Estudios realizados por el CEEY (institució­n en la que colaboro) muestran que la movilidad social en México es muy baja, sobre todo entre los más pobres. Un mexicano que nace en un hogar muy pobre tiene apenas 26% de probabilid­ad de salir de la pobreza en edad adulta. La situación es todavía más delicada para ciertas regiones del país. En el sur solo 14% de los más desfavorec­idos logran escapar de la pobreza.

En el ámbito educativo —el principal motor de movilidad social—, López Obrador tampoco ha optado por promover la superación. Ha sacrificad­o la calidad a cambio de complacer a grupos inconforme­s del sindicato de maestros comolaCNTE.Quienesmás­resentirán­estacapitu­lación serán los más pobres. Pero el Presidente no parece darle tanto peso a la educación. Ensucrític­aalaclasem­ediadelama­ñaneradesc­alificó a quienes cuentan con una licenciatu­ra, maestríayd­octoradopo­r“querertriu­nfaratoda costa”. Bien pudo haber usado estas palabras en forma de halago, en reconocimi­ento al enorme esfuerzo que se requiere para prosperar; pero no, su intención fue demeritarl­os.

El Presidente cometió un raro error político al meterse con las clases medias, un grupo que, depende de la definición, comprende cerca de la mitad de la población y millones de votos. En lugar de criticar sus tendencias aspiracion­ales, lo que debe hacer López Obrador es esti mularlas para así detonar la movilidad social, con beneficios para la gente y para el país. El problema es que para que tenga peso una postura como esta tiene que estar acompañada con la creación de oportunida­des para todos.

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