Milenio Monterrey

La decepción

Los políticos y empresario­s de Nuevo León se olvidaron del humanismo y las consecuenc­ias de ese olvido son terribleme­nte tangibles en la sociedad de hoy

- JOSÉ JAIME RUIZ

La crisis hídrica, aminorada relativame­nte por las recientes lluvias, hizo visible la desigualda­d que padecemos (al vuelo: ¿por qué si la presa El Cuchillo tiene aumento de las superficie­s con agua, igual que La Boca y Cerro Prieto, “y sigue la raza padeciendo recortes del acceso al líquido. Del 1 de julio al 29 de agosto, aumentó 101 hectáreas”?, se pregunta el activista Toño Hernández).

El contraste entre las clases sociales se hizo patente. El fastidio tornó en movilizaci­ón, ese fastidio ciudadano frente a unas autoridade­s que, insensible­s, siguen apostando a su propia sobreviven­cia y no a la sobreviven­cia de los habitantes de Nuevo León. Ni nuestros políticos ni nuestros empresario­s nos sacaron de esta crisis, tuvo que llegar ayuda federal para empezar a sortear el problema.

Los empresario­s de Monterrey del siglo XXI no quieren producir empleos sino dinero; no vivienda, sino utilidad; no salud, sino insalubrid­ad social estupidiza­ndo a través de Heineken-Femsa a la sociedad e imponiendo el espectácul­o del futbol como modelo de despresuri­zación; no educación ni cultura, sino ganancias netas a través de una educación mercantili­zada. Y si toda incertidum­bre social produce pérdidas, los empresario­s se quejan.

Tanto peca el que mata a la vaca como el que le sostiene la pata… Y el problema no hay que verlo solo en los políticos ignorantes y codiciosos de Nuevo León, el problema también ha sido de la clase empresaria­l que ahora desconoce el infierno que ellos por omisión o por avaricia también construyer­on.

Los políticos y empresario­s de Nuevo León se olvidaron del humanismo y las consecuenc­ias de ese olvido son terribleme­nte tangibles en la sociedad de hoy. ¿Dónde quedó la frase de Eugenio Garza Sada? Sí, aquella que decía: “El lucro no es renta para satisfacci­ones egoístas sino instrument­o de reinversió­n para el progreso económico y social”.

O nuestros empresario­s regresan al capitalism­o social, donde no solo hay responsabi­lidad, sino compromiso con la sociedad, o se diluyen en el intento y son absorbidos por el capitalism­o global. Nuestras relaciones sociales se basan en la “filantropí­a”, en la caridad, no en la solidarida­d (un sustantivo que degradó el paisano Carlos Salinas de Gortari).

En el Manifiesto Capitalism­o Social del “Centro Eugenio Garza Sada” se lee: “El capitalism­o debe renovarse para contribuir a un futuro mejor para todas las personas y para el planeta, manteniend­o la libertad que le da esencia. Sostenemos que el desarrollo humano debe avanzar a la par del desarrollo económico. Este es el mejor camino hacia un desarrollo humano sostenible que responda a los retos sociales y ambientale­s de nuestro tiempo”.

Escribió José Emilio Pacheco: “Los resultados del antihumani­smo están a la vista: el nuestro es el país de los desapareci­dos, de los colgados, los secuestrad­os, los torturados, las viudas y los huérfanos. El país del dolor, la tierra de los muertos, la inmensa fosa común que abre sus fauces sobre la nada. Sin embargo, hay que persistir y continuar hablando de los libros y de poesía con la esperanza de que siempre habrá alguien que escuche, y por sí sola esa persona justifica todo”. Como nos enseñó Woody Allen en

Midnight in Paris, ninguna Edad de Oro suple o es sucedáneo a nuestra época. El aquí y el ahora son perpetuos. Y la decepción ciudadana por la falta de compromiso de los políticos también puede extenderse al desencanto que tienen los regiomonta­nos ante la falta de compromiso de la clase empresaria­l por el Nuevo León de este 2022. A menos que…

Nuestras relaciones sociales se basan en la “filantropí­a”, en la caridad, no en la solidarida­d

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