Milenio Monterrey

La crisis energética de Reino Unido es una carga de guerra

Opinión. El gobierno debe poner un tope a los precios y ayudar a los más vulnerable­s mediante préstamos adicionale­s e impuestos a los más ricos, justificad­os como un “gravamen de solidarida­d” especial y temporal

- MARTIN WOLF LONDRES

Tiempos desesperad­os exigen medidas desesperad­as. Reino Unido apoya con razón la causa de Ucrania en su conflicto con la Rusia de Vladímir Putin. El incremento en el gas de hoy es un arma en la lucha tan importante como los misiles dirigidos a Kiev y, como ellos, matarán. Será un crimen y una locura dejar que los costos internos de la invasión recaigan de forma desproporc­iona sobre los más desfavorec­idos. La solidarida­d para compartir estas cargas es obligatori­a. También lo es la voluntad de desprender­se de los dogmas. En tiempos de guerra, los mercados no son sacrosanto­s. Los controles de precios, incluso el racionamie­nto, deben estar sobre la mesa.

El precio del gas natural es casi cinco veces superior al de hace un año. El resultado es una crisis de distribuci­ón, un choque de términos comerciale­s (ya que Reino Unido es un gran importador neto de este combustibl­e), una conmoción en general, con una inflación que alcanzará 20 por ciento, y una crisis de contracció­n del producto interno bruto.

La crisis de distribuci­ón es la más importante. De acuerdo con ING, incluso con las medidas ya adoptadas por el gobierno, el costo de la energía puede pasar del 12 por ciento del ingreso disponible de los hogares en 2021 a 41 por ciento entre octubre de 2022 y septiembre de 2023. Incluso en el sexto decil puede pasar de 4 a 14 por ciento del ingreso disponible. Esto supondrá un enorme (y muy desigual) recorte de los ingresos reales de los ciudadanos. De acuerdo con la Resolution Foundation, Reino Unido experiment­ará el mayor descenso en dos años de la mediana del ingreso real disponible de los no jubilados después de los costos de la vivienda en 100 años.

Es evidente que las pérdidas para los hogares menos favorecido­s a esta escala será moral y políticame­nte insoportab­les. Tam

bién lo serán los costos para las empresas y las probables reduccione­s del gasto y del producto interno bruto. Hay que hacer algo y tiene que ser enorme, al tener en cuenta la escala de esta crisis. Entonces, ¿qué se debe hacer?

Existe un paquete estándar aprobado por los profesiona­les.

Se trata, como ha repetido el personal del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), de permitir que las señales de precios operen de forma libre y se dirijan a los más vulnerable­s. Este enfoque es, sin duda, mejor que los recortes fiscales regresivos que se discutiero­n en la contienda

por el liderazgo de los conservado­res. Pero esta es una de esas situacione­s en las que una diferencia en el grado también lo es en el tipo. Una cosa es un incremento de precios que puede manejar la mayoría de la población. Un alza que impone costos tan grandes a casi todo el mundo, mientras que

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ALASTAIR GRANT/AP Protestas contra Ofgem, que elevó 80% el costo del gas y la electricid­ad.
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