Putin y Kim, una relación más allá de caballos y cartas
Moscú intenta recuperar los lazos con su viejo aliado ante el aislamiento por la guerra de Ucrania
Sólo se han visto cara a cara una vez. Fue en abril de 2019, en la ciudad rusa de Vladivostok, cerca de la frontera con Corea del Norte. Kim Jongun, vestido con gabardina y sombrero negro, arribó en un tren blindado y fue agasajado con honores militares por una comitiva de dirigentes rusos. Vladimir Putin recibió al norcoreano con un apretón de manos en el campus de la Universidad Federal del Lejano Oriente. Tan solo habían pasado dos meses de la famosa cumbre fallida en Hanoi entre Kim y el entonces presidente estadounidense, Donald Trump.
La reunión en Vladivostok duró un par de horas. Ambos líderes se dedicaron buenas palabras y se comprometieron a estrechar lazos como en el pasado. Cuando se estableció en 1948 la República Democrática Popular de Corea bajo el mando de Kim Il-sung, abuelo del actual Kim, Moscú fue el principal benefactor de Pyongyang. Pero tras la caída de la URSS, China, en plena ebullición económica, ocupó ese puesto.
Corea del Norte, que fue dando pasos agigantados hacia un hermetismo sin precedentes, se entregó totalmente a la dependencia de Pekín para conseguir alimentos, asistencia médica y combustible. Ahora, con la guerra en Ucrania, que ha dejado a Rusia aislada de Occidente y de potencias asiáticas como Corea del Sur y Japón, Moscú trata de arrimarse a viejos aliados como Pyongyang, que a su vez confía en que el Kremlin le eche una mano con soporte humanitario a cambio de su apoyo político.
Ayuda económica y caballos. Porque el miércoles, mientras Corea del Norte lanzaba una ráfaga de 23 misiles al mar, uno de ellos cayendo por primera vez en aguas territoriales de Corea del Sur, desde Rusia enviaban por tren a Pyongyang 30 caballos grises de pura raza rusos, cinco sementales y 25 yeguas. Son los Orlov Trotter, los favoritos de Kim y su tropa más fiel de la élite norcoreana.
Más allá de la anécdota, la entrega ha marcado el primer comercio ferroviario entre Rusia y Corea del Norte desde que Pyongyang cerrara sus fronteras en marzo de 2020 para aguantar la sacudida de la pandemia. Un hecho que simboliza las intenciones de aumentar la cooperación bilateral tras el respaldo continuado de Kim a la invasión lanzada por Putin en Ucrania. Un respaldo que, según señalan desde Washington, también podría ser armamentístico.
En agosto, hubo un nuevo intercambio de cartas entre Kim y Putin. El ruso le dijo al norcoreano que los dos países «ampliarán las relaciones bilaterales integrales y constructivas con esfuerzos comunes». Kim respondió a Putin en otra carta elogiando la «cooperación».