La tolerancia y cambiar de opinión no son características en la época actual del partido mayoritario
El Presidente, quizá en su subconsciente, está frecuentemente recordando la lucha liberal contra conservadores que existió en el Siglo XIX y que nos costó, gracias a Santa Anna, la pérdida del territorio, una Guerra de Reforma y la implantación de un imperio, con Maximiliano, en contra de Juárez. Todo eso es historia, pero estamos en el siglo XXI.
Ayer, en su mañanera, AMLO señaló que los conservadores no querían cambios en el Instituto Nacional Electoral e insistió con esa frase en reiteradas ocasiones, tratando de que este país vuelva a esa época, ya grabada en la historia, en donde hubo esa pugna entre liberales y conservadores.
Pero por supuesto no define quién es quién, entendiéndose que los liberales son los que lo apoyan y los conservadores son todos aquellos que están en desacuerdo, cuando en el fenómeno político social no hay negro o blanco, sino también hay grises y personas que tienen su propio criterio, a quienes hay que respetar y no colocar o ubicar en un grupo determinado.
Eso es producto de la madurez democrática que se logró gracias al INE, que fue el que llevó al poder al Presidente actual, que estuvo luchando 18 años por lo mismo, que era la problemática electoral. Pero ya en el poder quiere modificar o anular al Instituto Nacional Electoral, que ha demostrado que puede haber alternancia en el poder, puesto que en los últimos años ha habido presidentes del PRI, del PAN y ahora de Morena, señalando con claridad, que los resultados de ese instituto son lo que importa, no las palabras, y ha funcionado.
Claro que no en forma perfecta porque nada de lo humano está ajeno a pequeños errores, pero en el fondo la oposición ya ha tomado el poder y su caso personal es el mejor ejemplo de lo que decía Reyes Heroles, gran personaje históricamente consciente, muy inteligente y liberal, según se calificaría ahora.
Él señaló que si no hubiera oposición, habría que crearla y diseñó el sistema de diputados plurinominales para evitar que existiera un fenómeno masivo de control de parte del PRI, que generaba una dictadura de partido y que precisamente el INE logró suprimir ese absolutismo antidemocrático y generar seriedad y credibilidad en los procesos electorales, amén de que, como decía un gran mexicano, la democracia cuesta, pero la ausencia de democracia cuesta mucho más en el ánimo, en la conciencia y en las necesidades populares.
Ya ese tema, en forma absoluta como lo quiere Morena, va a dejarse en reposo, porque la oposición unida no permite la mayoría constitucional, pero como quiera se le va a seguir atacando y disminuyendo los presupuestos y en lucha crónica contra algo que sí ha funcionado y que nos ha permitido la alternancia y la democracia, que caracteriza a los pueblos que han desarrollado una conciencia política que toma en cuenta el fervor del pueblo, ese que tanto mencionó Benito Juárez y que ahora amplifica el Presidente actual.
Por supuesto que tolerancia y cambiar de opinión no son características, en la época actual, del partido mayoritario, por lo que seguiremos en el proceso de dividir al país, a fuerza, entre conservadores y liberales, cuando no se puede entender quién es quién en la época actual.
DESCARTES: PIENSO, LUEGO EXISTO…