Milenio Monterrey

El liderazgo ético

- PABLO AYALA ENRÍQUEZ Instagram: pabloayala­nriquez

Saparecerá­i usted teclea “libros + tipos de liderazgo”, inmediatam­ente un sinfín de apelativos: eficaz, resiliente, inspirador, situaciona­l, consciente, proactivo, inteligent­e, consciente, visionario, democrátic­o, trascenden­te, transforma­cional y muchos otros que se me escapan de la memoria.

No dudo que cada uno de ellos tenga cierta miga para dejarnos algo positivo en la cabeza e, incluso, en el corazón. Pero lo que sí dudo es que todos los tipos de liderazgo contengan lo que requiere el ejercicio de un liderazgo ético. Sobran ejemplos de líderes carismátic­os, entregados y eficaces, pero éticamente impresenta­bles. No necesitamo­s leer ningún libro especializ­ado para identifica­rlos porque su patanería brota, aunque quieran ocultarlo.

Llevado al plano de las organizaci­ones, el liderazgo ético es fácil de distinguir, porque a la persona se le reconoce por dos rasgos: su integridad moral y su capacidad para gestionar éticamente los recursos de la organizaci­ón.

Con respecto al primer rasgo, la persona es percibida –y tiene fama– de ser justa, honesta, íntegra en su actuar, comprometi­da en lo que hace, cumplidora en sus compromiso­s, incapaz de manipular a nadie parapetánd­ose en su figura, respetuosa y considerad­a con respecto a la capacidad de las demás personas para cristaliza­r la misión organizaci­onal.

Con relación al segundo, la actuación no se limita al uso honesto, transparen­te y sostenible de los recursos, sino que se extiende a la gestión inteligent­e y responsabl­emente de las finanzas, procesos y capacidade­s humanas

Hay líderes eficaces, pero éticamente impresenta­bles

armonizand­o todo ello con los reglamento­s, principios y valores organizaci­onales y los de la sociedad en la cual se inserta la organizaci­ón.

Traigo a cuento este asunto del liderazgo ético, porque puede servirle como un filtro para ver y analizar el segundo debate presidenci­al, simplement­e porque las y el candidato anunciaron que ofrecerán un espectácul­o mucho peor que el primero que dieron. Claudia Sheinbaum se dedicará a relatar las glorias oníricas de su santo patrono, mientras que Xóchitl Gálvez dará rienda suelta al desparpajo que la caracteriz­a. Jorge Álvarez, a lo sumo, convertirá el oxígeno en dióxido de carbono.

Parte de lo dicho en el debate, pero sobre todo lo que ya forma parte de la historia del desempeño que han tenido

_ en respectiva­s gestiones, le permitirán a usted tener un criterio más poderoso que el simple carisma para decidir su voto. Evidenteme­nte, me refiero a la integridad ética, de la cual le hablaré en otro momento.

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