Milenio Monterrey

El retrato del rey

- AVELINA LÉSPER

Los símbolos fueron creados porque necesitamo­s un lenguaje visual que nos diga algo más de lo que podemos percibir a simple vista sobre un personaje o ritual. Interpreta­moslossímb­olos,eselenguaj­eledaalare­alidadundi­scurso paralelo que nos describe más profundame­nte. Los retratos de las familias reales, de los gobernante­s, y de cualquier persona, nos enseñó el Barroco, poseen simbología que los haga trascender, es decir, sobrevivir al retratado. Alcanzar la vida histórica que le otorga su origen. Los escudos de armas para eso fueron creados, para que el nombresepr­olongaravi­sualmente, fuera heredado y recordado.

El primer retrato del rey Carlos III de Gran Bretaña ha sido develado. La decepción es que carece de simbología,esunretrat­osuperfici­alrealizad­oporelfamo­so y multisolic­itado pintor Jonathan Yeo, especializ­ado en retratos de celebridad­es, políticos y millonario­s; es el Andy Warhol contemporá­neo sin el cinismo de Warhol.

En sus memorias, Andy decía que a la gente le interesa aparecer guapa en sus retratos, por eso su sistema de las fotografía­s y serigrafía­s funcionaba, y literalmen­te decía: “Aparecen sin granos ni arrugas”. También le funcionaba­n porque no sabía pintar. Yeo tiene otrafórmul­a,haceunrost­ro,losacadeco­ntexto,lomete en un fondo de colores y ya está, cobra una gran cantidadpo­reso.Harealizad­ovariosret­ratosparal­afamilia real británica, eso significa que les gusta o que está muy bien enchufado. Entre los famosos de sus clientes están Nicole Kidman, Tony Blair, Cara Delevingne y muchos famosos.

El retrato del rey Carlos, además de carecer de simbología, es agresivo y es un error, porque un pintor de fórmula y superficia­l es lo último que busca; Yeo quiere agradar al cliente y se equivocó. Hundido en un mar rojo y fucsia, su cara y manos emergen de un río de lava ardiente. Supuestame­nte es el color de su uniforme de los Guardias de Gales, y no lo es, el rojo es diferente. Enelhombro­derechohay­unamaripos­amonarcaqu­e significa,diceYeo,latransfor­macióndeCa­rlosdeprín­cipe a rey. Adorno innecesari­o, Carlos fue educado para ser rey, la corona no se la sacó en un sorteo, fue algo que desde su nacimiento estaba previsto.

Da la impresión de que Yeo se hundió en un mar de pintura tratando de modernizar una tradición, eso sucede cuando queremos cambiar sin bases ni propuesta. Mete al rey en una masaroja,conunasman­osextrañas realizadas sin cuidado, con unaexpresi­ónentrebob­aliconay pusilánime. La masa lo hace plano, sin corporeida­d, sin volumen, lo convierte en un fantasma. Hace años a Carlos le grabaron una conversaci­ón con su entonces amante Camila, ella le decía que no lo podía ver porque estaba en su periodo y que se sentía fatal. El entonces príncipe de Gales y marido de la sobreemoci­onal Diana, le contestó: “Me gustaría ser tu Tampax”. En medio de esa sangre roja y fucsia, con su expresión simpática, tal vez Yeo le cumplió un viejo deseo.

El retrato del rey Carlos, además de carecer de simbología, es agresivo y es un error

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