¡A toda madre… felicidades y gracias!
En México y Estados Unidos celebramos a las madres este mes. Más allá de especulaciones de que la conmemoración fue instituida por comerciantes para “hacer su agosto” en mayo, nunca sobra un referente en el calendario para valorar los sucesos trascendentales de nuestra existencia…
Mis cinco hermanos y yo fuimos muy privilegiados: a pesar de las sensibles carencias materiales por el salario de obrero de mi padre —que lo orilló a emigrar a California en pos de un mejor empleo—, gracias al amor, a la dedicación y a la alegría de mi madre, que además poseía dotes mágicos para “multiplicar los panes” y hacer de un espacio de 30 m2 un verdadero hogar, durante mi infancia siempre me sentí impulsada, protegida y feliz. Los cuidados, el soporte y hasta los merecidos regaños de doña Carmelita, me permitieron crecer con seguridad y optimismo ante la vida.
Hoy, con el correr de los años, reafirmo que ningún afecto —ni bien material— puede sustituir el amor más honesto y desinteresado, como lo es el que una madre entrega a sus hijos. Sin duda, el sentimiento más sublime y hermoso que se experimenta entre los seres humanos. Con gran simbolismo lo expresó el poeta Antonio Plaza: “Solo una madre ama y solo un perro agradece…”.
Y mientras escribo estas líneas me detengo con nostalgia a sollozar y recordar con gratitud a mi mamá ya fallecida, y también para agradecer al Supremo por Eric, Carmen y Alex, mis tres hijos.
No sé si soy una mamá con las virtudes de su abuela, pero de la mano de Álvaro creo hemos forjado personas honorables que ejercen los principios que vienen desde nuestros orígenes: honestidad, trabajo, respeto, fe, humildad, lealtad y solidaridad, en especial con quienes menos oportunidades tienen.
Así pues, rindamos homenaje a las madres, pero sin olvidar a las que son víctimas de violencia intrafamiliar y de pobreza. Al final de cuentas honrarlas significa y obliga a promover los derechos de todas las mujeres…
Por ello, igualmente saludo a aquellas que no han sido madres; en especial a las que por sus elevadas muestras de amor al prójimo y a las mejores causas de la humanidad, de hecho cumplen papel semejante y su presencia es fundamental para construir cohesión familiar y social —conozco y admiro a muchas de ellas.
¡Ah! Y quienes solo tienen madre el 10 de mayo, recuerden que esto no será para siempre. Cuídenla y festéjenla con buenas acciones… ¡más que con regalos, flores, alcohol o mariachis!, pues no hay mejor obsequio para una que ver a los hijos haciendo el bien…