¿Donald Nixon o Richard Trump? Y no es novela…
A11 días de la pasada elección presidencial, el director del FBI reabrió el caso de los correos de Hillary Clinton. Hecho que sirvió a Trump para golpear la confiabilidad de la demócrata y metió indebidamente al buró en la contienda electoral, sin que a la fecha se sepa qué tanto influyó en el resultado final.
En enero, el presidente y James Comey se fundieron en cálido abrazo en la Casa Blanca... Sin embargo, este contexto cambió cuando el titular del FBI señaló que se investiga si Rusia se entrometió en la campaña y colaboró con el equipo del triunfador, y que no existe evidencia de que Obama interceptó comunicaciones de Trump.
Y fiel a sus desplantes, el presidente corrió a Comey. Ante la falta de información clara sobre los motivos formales que generaron esta abrupta decisión, se ha destapado toda suerte de especulaciones… Así se confirma la imagen de un gobernante autoritario, vengativo y dispuesto a deshacerse de quienes representan un peligro para desnudar sus probables conductas ilegales.
Ya lo había hecho al despedir en enero a Sally Yates, fiscal general interina que se opuso al veto migratorio contra los musulmanes y —recién se ventiló— habría advertido al presidente del riesgo que representaba su entonces asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, por sus contactos con Rusia, y en marzo a Preet Bharara, implacable fiscal federal por el distrito de Nueva York, con relevantes litigios ganados a instituciones financieras de Wall Street.
La destitución de Comey hizo recordar “la masacre de la noche del sábado”, el 20 de octubre de 1973, cuando el fiscal general Elliot Richardson y su segundo de abordo le renunciaron al presidente Richard Nixon, al oponerse a la orden de remover al fiscal especial Archibald Cox, encargado de la investigación del
Watergate —espionaje y robo de documentos en la sede del Partido Demócrata, auspiciados por el gobierno de aquel.
Y para aderezar su polémica decisión y en otro de sus emblemáticos tuits, Trump envió velada amenaza a Comey, insinuando tener grabadas las conversaciones que sostuvieron en la sede presidencial…
Muchos ya apuestan por un Rusiagate con un desenlace nixoniano. Y, como dice un amigo, si todo ello no fuese cosa seria, cabría decir que el escenario se está poniendo muy divertido… ¡Pero no es así!
Asegurar que Estados Unidos siga siendo de leyes e instituciones sólidas es fundamental para el progreso de la nación e, incluso, la estabilidad mundial, la cual, por cierto, ha tenido un gran respiro con el triunfo de Emmanuel Macron en Francia y la derrota de “la Trump francesa”.